La Escuela de Teatro de Getxo homenajea a Alberti en 'Para los que nunca tienen suerte'

La Escuela de Teatro de Getxo ha querido dedicar un homenaje a Rafael Alberti, recordando su faceta de dramaturgo, ensombrecida por su obra poética y menos conocida que sus trabajos como pintor, con el montaje de la obra Para los que nunca tienen suerte, que, sobre textos del escritor gaditano, ha dirigido Aintza Uriarte, autora también de la dramaturgia del espectáculo. Para los que nunca tienen suerte se representa hoy y mañana en Bilbao en La Fundición (Francisco Macía, 1-3. Deusto; 20.30).La obra está ambientada en una calle anónima, de cualquier gran ciudad e intervienen en ella tres pers...

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La Escuela de Teatro de Getxo ha querido dedicar un homenaje a Rafael Alberti, recordando su faceta de dramaturgo, ensombrecida por su obra poética y menos conocida que sus trabajos como pintor, con el montaje de la obra Para los que nunca tienen suerte, que, sobre textos del escritor gaditano, ha dirigido Aintza Uriarte, autora también de la dramaturgia del espectáculo. Para los que nunca tienen suerte se representa hoy y mañana en Bilbao en La Fundición (Francisco Macía, 1-3. Deusto; 20.30).La obra está ambientada en una calle anónima, de cualquier gran ciudad e intervienen en ella tres personajes. Dos actrices y un actor encarnan a estas tres personas que, tras decidir cerrar su corazón a las emociones para salvarse del dolor, son incapaces de disfrutar del amor. En palabras de Aintza Uriarte no son más que "hombres y mujeres deshabitados" y "muertos que parecen vivos".

La directora de la obra, realizada por encargo del Aula de Cultura de Barrainkua, en Bilbao, buceó en la obra de Alberti hasta encontrar poemas amargos e increíblemente cercanos junto a sus escritos más conocidos.

"Nos dejamos llevar por el placer del movimiento, dentro de un camino, iniciado hace tiempo, que busca un lenguaje propio fundiendo interpretación y trabajo físico", explica Uriarte. Su objetivo es ofrecer al público un teatro de las sensaciones. La fórmula que sigue para conseguirlo es embargar "el cuerpo y el corazón del espectador mientras está en la sala" y después sembrar "semillas de preguntas que irán despertándose camino a casa".

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