Erri de Luca vierte pasión y compromiso en su obra 'Tú, mío'

,En Tú, mío, novela de Erri de Luca (Nápoles, 1950), lo más violento sucede bajo una falsa apariencia de tranquilidad. Bajo la calma de un sol de verano en una isla del Mediterráneo. Sobre las aguas de un mar salpicado de pescadores. Delante de los ojos de un grupo de chicos y chicas que disfrutan de las larguísimas vacaciones de antaño. Estamos a mediados de los cincuenta. La II Guerra Mundial está tan lejos o tan cerca como uno quiera que esté. Y un chico de 16 años, un trasunto del escritor, descubre el enamoramiento al mismo tiempo que indaga sobre su identidad y sobre el pasado reciente y...

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,En Tú, mío, novela de Erri de Luca (Nápoles, 1950), lo más violento sucede bajo una falsa apariencia de tranquilidad. Bajo la calma de un sol de verano en una isla del Mediterráneo. Sobre las aguas de un mar salpicado de pescadores. Delante de los ojos de un grupo de chicos y chicas que disfrutan de las larguísimas vacaciones de antaño. Estamos a mediados de los cincuenta. La II Guerra Mundial está tan lejos o tan cerca como uno quiera que esté. Y un chico de 16 años, un trasunto del escritor, descubre el enamoramiento al mismo tiempo que indaga sobre su identidad y sobre el pasado reciente y el presente de su país, Italia.Erri de Luca escribió la primera versión de la novela -que aparece ahora en su traducción castellana (Muchnik) y catalana (Empúries)- en tan sólo 13 días: "Nunca me había sucedido antes. El libro irrumpió en mí y no podía parar. Fue una cosa extraña. Todo el mérito fue de Caia", explica. Se refiere a Caia, la chica judía que perdió a su familia durante la guerra, que recala en la isla para pasar unas vacaciones, que intuye el saludo de su padre en los gestos del protagonista, y de la cual se enamora él. "Escribí la historia porque me acordé de ella 30 años después. Uno se puede preguntar cómo pude olvidarla, pero lo hice. No sé qué me devolvió a Caia a la memoria, pero funcionó como una mina antipersona", dice Erri de Luca.

El protagonista se pasa el libro intentando sacar información de las experiencias de sus padres, leyendo libros de historia: "Mis padres hablaban mucho de la guerra. No de política, sino de sus propias vidas. Les habían sucedido cosas muy fuertes, cosas muy negativas. Sin embargo, cuando yo empecé a hacerles preguntas, ya no respondieron más". ¿Por qué? "Quizás en mis preguntas había una arrogancia, una pretensión", afirma. La de rendir cuentas con el pasado: preguntar a la generación anterior por qué había permitido que el fascismo controlara Italia.

Tan grande es la sensación de que la guerra no ha acabado aún que se va imponiendo en el protagonista la necesidad de "responder". En su caso, con un "acto criminal", simbólico y, como se apunta al final del libro, inútil.

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