Los Trueba ruedan a ambos lados del Atlántico

Los hermanos Trueba, Fernando y David, cada uno por su cuenta, han cogido las cámaras en ambos lados del Atlántico para filmar un documental en La Habana (Fernando), y David, la que será su segunda película, Obra maestra, que rueda ahora en Madrid.El mayor de los hermanos, Fernando, inmortalizará en 90 minutos a los músicos y melodías de jazz latino más queridas para él. En la lista están los cubanos Cachao, Chico O'Farrill, Paquito D'Rivera, Bebo Valdés y su hijo Chucho, el dominicano Michel Camilo, la brasileña Eliane Elías, el argentino Gato Barbieri, el español Chano Domínguez y los neoyor...

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Los hermanos Trueba, Fernando y David, cada uno por su cuenta, han cogido las cámaras en ambos lados del Atlántico para filmar un documental en La Habana (Fernando), y David, la que será su segunda película, Obra maestra, que rueda ahora en Madrid.El mayor de los hermanos, Fernando, inmortalizará en 90 minutos a los músicos y melodías de jazz latino más queridas para él. En la lista están los cubanos Cachao, Chico O'Farrill, Paquito D'Rivera, Bebo Valdés y su hijo Chucho, el dominicano Michel Camilo, la brasileña Eliane Elías, el argentino Gato Barbieri, el español Chano Domínguez y los neoyorquinos de origen puertorriqueño Tito Puente y Jerry González.

El rodaje comenzó el mes pasado en las ciudades de los protagonistas y terminará en marzo en Nueva York, donde cada músico grabará su número en los estudios de la Sony. "Más que los músicos, el personaje central es la música; el resto serán pequeñas semblanzas de los intérpretes filmadas en el lugar donde viven", añadió.

Inevitable es la comparación con la película de Wim Wenders Buena Vista Social Club. Según Trueba, las diferencias son dos. "La música de Buena Vista es la música tradicional cubana y aquí es el jazz latino. Y en el documental de Wenders se da más importancia a las personas, y en el mío, a la música".

Fernando Trueba persigue que los espectadores, cuando se sienten en la butaca del cine, crean que están en medio de una banda musical que toca para ellos. "Si no, al público le bastaría con comprarse un disco o ir a un concierto". Trueba aclara que no pretende que su documental sea como una enciclopedia del jazz latino. "Es una película personal, donde están los músicos que me tocan el corazón".

La primera semblanza que hizo Trueba fue la de Bebo Valdés en Estocolmo. Allí reside este legendario músico, integrante de la orquesta de Tropicana en los años cincuenta y creador de ritmos como la batanga. "Lo primero que se va a ver son unos pies andando por el Báltico, al borde del mar. El ruido de la nieve hace crack, crack, y de repente te das cuenta de que ahí está él, a sus 8l años, y entonces dices: ¡Dios mío! Pero ¡si es un músico cubano! ¿Qué hace este hombre en Estocolmo?".

Con Chucho, la conversación se filmó en su casa de La Habana. Entre objetos de santería bien disimulados, el pianista cuenta anécdotas de su infancia, como fue el trabajo con su padre y el proyecto que tiene ahora de hacer un disco con Bebo y sus hijos (siete), todos músicos.

El rodaje en La Habana fue muy placentero para Trueba. Defiende con pasión a los músicos cubanos, tanto si viven dentro como fuera de la isla. "Son los músicos cubanos los que fusionan el jazz y ritmos afrocubanos. Pero sería injusto que sólo fuera música cubana, porque la onda expansiva del jazz latino se extendió por todo el Caribe".

La idea de hacer este documental se le ocurrió a Trueba al filmar la última escena de Two much. En esa secuencia de los créditos montó un septeto con Michel Camilo, Paquito D'Rivera y Cachao. "Fue el día que mejor me lo pasé, vivimos un momento casi mágico, y pensé que tenía que hacer una película con esta gente", dijo Fernando Trueba.

Su hermano David se enfrenta ahora al rodaje, en pleno corazón de la sierra madrileña, de la que será su segunda película, Obra maestra. Tras debutar hace tres años con La buena vida, David dice que para su nueva película se ha liberado de la tentación de no repetirse y de no decepcionar. Y en una casona de piedra de principios de siglo, decorada como si fuesen los años sesenta, David Trueba se encerrará cinco semanas con los protagonistas, Ariadna Gil, Pablo Carbonell y Santiago Segura.

Con una actriz famosa y caprichosa como una estrellona (Ariadna) y dos aficionados al cine rodado con cámara de súper 8 m. m. (Carbonell y Segura), el cineasta pretende reflejar con cierta acidez las alegrías y miserias del oficio del cine. De ahí la ironía del título.

"La obra maestra es la que todo director cree que ha realizado con su película y que casi nunca lo es. Trato de la imposibilidad de hacerla, aunque el punto de partida siempre es creer que vas a conseguir esa obra maestra", explicaba el director, aterido de frio, durante un descanso del rodaje.

El terreno que ha elegido es la comedia, mezclada ("como la vida misma") de momentos dramáticos, sórdidos y, a aveces, surrealistas. Para Trueba, Obra maestra es también un retrato de la complejidad de los seres humanos y un canto a la imaginación "como liberadora de la realidad".

Los actores se las vieron y se las desearon para explicar la película que rodaban. Entre chistes y apuntando definiciones, Carbonell decía que la película es "familiar, un poco bestia..., una comedia romántica musical". Para Ariadna es "un drama psicológico", y para Segura, una película sobre las pasiones y el éxito.

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