Ingresos y repetidores

Los datos del informe de la Sindicatura de Cuentas -del que ni siquiera el comisionado Mas-Colell está aún oficialmente enterado- y su repercusión en los medios de comunicación han sorprendido a los especialistas. La difusión de sus poco matizadas conclusiones contrasta con el secreto que rodea al informe de la Agencia para la Calidad del Sistema Universitario. Pero sin necesidad de recurrir a este informe -que ha entrado en la categoría de alto secreto-, los datos que han hecho públicos las propias universidades para acogerse a los contratos programa del Comisionado para Universidades (el arm...

Los datos del informe de la Sindicatura de Cuentas -del que ni siquiera el comisionado Mas-Colell está aún oficialmente enterado- y su repercusión en los medios de comunicación han sorprendido a los especialistas. La difusión de sus poco matizadas conclusiones contrasta con el secreto que rodea al informe de la Agencia para la Calidad del Sistema Universitario. Pero sin necesidad de recurrir a este informe -que ha entrado en la categoría de alto secreto-, los datos que han hecho públicos las propias universidades para acogerse a los contratos programa del Comisionado para Universidades (el arma diseñada por su anterior titular, Joan Albaigés para hurgar en el interior de estos centros académicos) son suficientemente reveladores. En la UAB, el porcentaje global de alumnos que se graduaban en el tiempo previsto más un año para cada carrera era en el curso 1995-96 de un 35%, y el contrato programa establecía como objetivo llegar a un 38% en el curso 1997-98 (se desconoce si así ha sido). En la UB, el curso pasado el citado porcentaje fue del 33%, y el objetivo previsto en el contrato programa era mantenerlo igual para el curso 2001-02. La UPF conseguía en el curso 1997-98 que el 73% de sus estudiantes se graduaran en el tiempo previsto más un año.

Otro dato sorprendente -y claramente mal interpretado- del informe de la sindicatura es el relativo a los ingresos que recibe cada universidad provenientes de los alumnos, es decir por gastos de matriculación. Curiosamente, la UPF aparece como la que, en términos relativos, ingresa menos dinero por este concepto. La paradoja es que las universidades que más reciben por este concepto son las que más repetidores tienen, y a la inversa.