Interiores con paisaje

"Esta exposición demuestra que Picasso era un gran paisajista, aunque no lo era desde un punto de vista convencional", señaló ayer María Teresa Ocaña, directora del museo y comisaria de Picasso: paisaje interior y exterior. La exposición, que continúa otra anterior organizada por el mismo museo en 1994 y centrada en los paisajes del artista entre 1890 y 1910, está dividida en cinco grandes ámbitos temáticos que a su vez tienen una sucesión cronológica. Un pequeño óleo sobre tela de 1917, en el que aparece una vista del paseo de Colón de Barcelona desde la ventana del hotel en el que Picasso se...

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"Esta exposición demuestra que Picasso era un gran paisajista, aunque no lo era desde un punto de vista convencional", señaló ayer María Teresa Ocaña, directora del museo y comisaria de Picasso: paisaje interior y exterior. La exposición, que continúa otra anterior organizada por el mismo museo en 1994 y centrada en los paisajes del artista entre 1890 y 1910, está dividida en cinco grandes ámbitos temáticos que a su vez tienen una sucesión cronológica. Un pequeño óleo sobre tela de 1917, en el que aparece una vista del paseo de Colón de Barcelona desde la ventana del hotel en el que Picasso se alojaba, aún de factura cubista, abre el apartado La ventana: nexo entre la realidad y lo imaginado (1917-1920). En esta época, es fácil encontrar en sus obras la combinación de un tratamiento cubista en las naturalezas muertas del primer plano y una factura clasicista en las vistas que se advierten desde las ventanas abiertas al paisaje exterior. En el segundo apartado, Del "atelier" al "plein air" (1920-1936), se entremezclan cuadros y dibujos que reflejan su entorno cotidiano o su taller con obras realizadas en los veranos de 1928 y 1929 en la localidad costera de Dinard, en las que las bañistas de la playa parecen monumentales esculturas pétreas.La contraposición entre los años sombríos de las guerras, la española y la mundial, en la que opta por bodegones simbólicos o paisajes parisienses desolados con el reencuentro del artista con la sosegada luz del mediodía francés centran el apartado De la soledad de los años de guerra al esplendor del Midi (1937-1955). Le sigue, ya en la segunda planta, una amplia selección del último Picasso, que, a juicio de Ocaña, "es espléndido y culmina la carrera del artista". En La Californie: el taller del siglo XX (1955-1960), el protagonismo lo tiene el taller del artista en la mansión Belle Époque que tenía en Cannes. En él pintó, por ejemplo, la famosa serie de Las Meninas, de la que se exhiben algunas obras. Finalmente, en Últimas miradas sobre la tradición (1959-1970) destaca la insistencia en el tema del pintor y la modelo así como las diferentes versiones que realizó el artista de obras de maestros como Manet o Cézanne.

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