Reportaje:

El importador del biscote

Un solo producto alimenticio, el biscote, que la familia Recondo importó de Francia hace ya bastantes décadas, mantiene a esta empresa de Irún (Guipúzcoa) en la cresta del negocio desde hace tres generaciones. El origen remoto de la compañía se sitúa en 1870 cuando Ignacio Recondo, un emprendedor hombre de negocios, abrió una panadería en el casco viejo de Irún y con los beneficios de ésta fue ampliando la economía familiar con un restaurante, un hotel y un pequeño casino. Pero el negocio que ha perdurado ha sido el del pan. A la muerte del fundador, en 1910, su hijo, Leandro, se hizo cargo de...

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Un solo producto alimenticio, el biscote, que la familia Recondo importó de Francia hace ya bastantes décadas, mantiene a esta empresa de Irún (Guipúzcoa) en la cresta del negocio desde hace tres generaciones. El origen remoto de la compañía se sitúa en 1870 cuando Ignacio Recondo, un emprendedor hombre de negocios, abrió una panadería en el casco viejo de Irún y con los beneficios de ésta fue ampliando la economía familiar con un restaurante, un hotel y un pequeño casino. Pero el negocio que ha perdurado ha sido el del pan. A la muerte del fundador, en 1910, su hijo, Leandro, se hizo cargo de la panadería, le imprimió carácter industrial y lanzó al mercado español productos que entonces eran desconocidos, como el biscote dietético, sin gluten y para diabéticos."El auténtico creador del negocio ha sido mi padre. Yo no he hecho más que continuar lo que él hizo", señala humildemente Ignacio Recondo, actual gerente de la empresa y el tercero de la dinastía. Recondo cogió el testigo del negocio en 1964 a la muerte de su padre y emprendió la modernización de la sociedad familiar. De los 100 kilogramos diarios de pan que se fabricaban entonces se ha pasado a una producción diaria que llega a las 60 toneladas.

"Somos líderes en España en producción en este negocio y la tercera fábrica más importante de Europa", asegura el director general, quien añade que cuando se hizo cargo de las riendas de la empresa estaba "a punto de desaparecer". "Se producía poco con mucho personal", sentencia.

La empresa familiar mantiene dos plantas en Irún: la antigua que creó su padre en 1920 y que inunda de olor a pan la avenida de Iparralde, camino de la localidad francesa de Hendaya, y una segunda fábrica, moderna y con magníficas vistas a la ría Bidasoa y a las marismas. Hace cinco años, la familia compró el solar de la desaparecida Fosforera Española en el paraje de Oxinbiribil. El objetivo de Recondo es traspasar toda la producción a las nuevas instalaciones, donde cuenta con 20.000 metros cuadrados y liberar los antiguos terrenos para la construcción de viviendas. En esta operación han invertido ya más de 1.500 millones de pesetas.

El biscote o pan a la brasa es el producto estrella de Recondo desde 1920, pero uno de los objetivos de su actual dirección es abrir nuevas líneas de producción de galletas, tostadas y aumentar la variedad de productos dietéticos. Para ello cuentan con un departamento de investigación y desarrollo del que han salido variedades de tostadas sin grasa y sin sal ni azúcar.

La viuda de Leandro Recondo y sus dos hijos controlan el capital de la sociedad, que asciende a 200 millones de pesetas, y cuentan con participaciones en dos fábricas de harina navarras. Pero ellos no son los únicos miembros de la familia presentes en la empresa. Ignacio Pombo, sobrino del actual gerente y director del departamento de mercadotecnia, será su sucesor. "Yo creo mucho en la empresa familiar por el factor humano, porque el contacto con el personal es más cercano que en una sociedad anónima clásica", asegura Recondo. La firma panadera vendió el año pasado 5.000 millones de pesetas y cuenta con una plantilla de 200 trabajadores.

Para este ejercicio las previsiones de facturación son similares a las de 1998. "Tenemos contratos interesantes, pero estamos un poco saturados de pedidos. Se trabaja a tres turnos, las 24 horas del día en las dos fábricas, pero no es suficiente", comenta el gerente. En un plazo de seis meses la empresa espera tener operativas las nuevas líneas de producción, que les permitirán afrontar nuevos contratos y aumentar la fabricación. La familia, que invertirá 500 millones de pesetas en mejorar el proceso productivo, se plantea como retos de futuro incrementar a un ritmo del 5% anual las ventas en el exterior y aumentar la variedad de productos de panadería industrial.

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