Reportaje:

Los que "trabajan" las fiestas

Después de una larga noche de farra uno se va a casa a descansar y a reponer energías para el día siguiente. Esta suele ser la dinámica ociosa de las fiestas: irse para volver cuando el cuerpo esté recuperado. Como por arte de magia, cuando uno vuelve se lo encuentra todo recogido y limpio. Es como el cuento de Los tres osos, aunque ahora la pregunta no es ¿quién ha comido en mi plato? sino ¿quién ha limpiado y recogido las calles? Cuando se acercan los días festivos un ejército de personas se está organizando para soportar las avalanchas de basura - hasta 450 toneladas de desperdicios- que g...

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Después de una larga noche de farra uno se va a casa a descansar y a reponer energías para el día siguiente. Esta suele ser la dinámica ociosa de las fiestas: irse para volver cuando el cuerpo esté recuperado. Como por arte de magia, cuando uno vuelve se lo encuentra todo recogido y limpio. Es como el cuento de Los tres osos, aunque ahora la pregunta no es ¿quién ha comido en mi plato? sino ¿quién ha limpiado y recogido las calles? Cuando se acercan los días festivos un ejército de personas se está organizando para soportar las avalanchas de basura - hasta 450 toneladas de desperdicios- que generan los habitantes de la urbe en estas jornadas. Se necesitan muchos litros de agua -unos cuatro millones de litros- y aproximadamente 400.000 litros de desinfectante para limpiar durante nueve días los espacios en los que comemos, bebemos, paseamos y bailamos. Y además, 45 vehículos de caja abierta, nueve camiones de recogida de contenedores, 160 depósitos de residuos, 150 bidones, dos bombas de fumigación y 170 operarios que pongan en marcha toda esta maquinaria. Este año las actividades relacionadas con la limpieza no han partido exclusivamente de organismos oficiales, sino que, bajo el famoso lema ecologista de las tres erres (reducir, reutilizar, reciclar), ocho comparsas bilbaínas ofrecen vasos reutilizables a 100 pesetas en sus respectivas txosnas como medida de respeto al medio ambiente y para reducir los residuos procedentes de la celebración de la Aste Nagusia: "La mejor basura es la que no se genera", afirma uno de los miembros de la comparsa Payá. Para la experiencia piloto se han encargado 11.000 vasos de plástico duro de 300 centílitros, en tres colores: rojo, amarillo y azul. Son vasos personales que se podrán utilizar varios días e incluso guardar. Hacia las seis de la mañana un ejército color verde y compuesto sólo por hombres acude cuando ya ha terminado el jaleo y el jolgorio, e invade con escrupulosa organización los espacios festivos ya resacosos. Recorren y limpian calle por calle hasta la una del medio día, asumiendo, quizá con cierta resignación, que mañana seguramente todo vuelva a estar igual. Y así hasta que acaben las fiestas. Pero no todos los trabajos de estos días festivos empiezan al amanecer. Equipos sanitarios trabajan las 24 horas del día para atender todos los casos que requieran su presencia. Distribuidos, a modo de observatorios, en puntos estratégicos del recinto festivo, siguen los festejos con atención médica, y nunca mejor dicho. Despliegue sanitario Hay un puesto de socorro central en el aparcamiento municipal, desde el que se moviliza al resto de los agentes sanitarios. Cuenta con dos salas de curas, una caseta de observación y la presencia permanente de personal sanitario (un ATS municipal y siete socorristas de la Cruz Roja), que se refuerza en los días de más afluencia de público. Además de este centro-base, dentro del recinto festivo hay un puesto con tres ambulancias del SAMU en la zona del Casco Viejo, constituido por un ATS, dos auxiliares de ambulancia y dos de Cruz Roja. Por último, y como refuerzo permanente, una ambulancia de emergencia permanece en Zankoeta y un puesto de socorro en el parque de Etxebarria, con una caravana de asistencia y una ambulancia UVI-móvil. Todo este aparato médico se encuentra permanentemente conectado a la DYA para que colabore en caso de ser necesario. Hay una segunda vertiente en el aspecto sanitario: la garantía de que aquello que comemos y bebemos en fiestas está en buen estado y cumple los requisitos sanitarios necesarios. Previamente al inicio de la Aste Nagusia, varios responsables del área de salud en el Ayuntamiento se encargan de impartir unos cursos dirigidos al personal que trabajará en las txosnas, así como de realizar un control de los recintos en los que se ofrecen alimentos, cada uno de los cuales debe presentar una memoria sanitaria. Al realizar los cursos, específicos para comparseros, éstos obtienen el carnet de manipulador de alimentos, que sólo será válido durante el período de fiestas. Ya le ha sido entregado dicho carnet a más de 500 personas y más de 70 establecimientos han presentado su memoria sanitaria. Aún así, durante el desarrollo de los festejos, una comisión de seguimiento realiza una inspección diaria para comprobar que se sigue la normativa. En unas fiestas multitudinarias no podían faltar las fuerzas de seguridad, cuyos dispositivos de control se repartirán por los centros neurálgicos de la ciudad. Tanto la Ertzaintza como la Policía Municipal mantendrán los mismos efectivos que otros años, pero intensificarán su presencia en los puntos de más aglomeración.

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