Crítica:

Massive Attack y Jon Spencer elevaron el listón artístico del festival alternativo

El grupo de Bristol Massive Attack tenía prácticamente todo a su favor -incluida esa sensación de comodidad que otorga saber que se tiene entre manos el broche final de un festival donde el nivel artístico general no ha sido como para echar cohetes-; sin embargo, aún tuvieron que esforzarse algo más de lo necesario para despejar ciertas dudas que inquietaban, desde que se confirmó la presencia del trío en el V Festival Internacional de Música Independiente de Benicàssim (FIB), a más de uno de sus incondicionales.Por ejemplo que no es éste el tipo de recinto más idóneo para disfrutar de las del...

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El grupo de Bristol Massive Attack tenía prácticamente todo a su favor -incluida esa sensación de comodidad que otorga saber que se tiene entre manos el broche final de un festival donde el nivel artístico general no ha sido como para echar cohetes-; sin embargo, aún tuvieron que esforzarse algo más de lo necesario para despejar ciertas dudas que inquietaban, desde que se confirmó la presencia del trío en el V Festival Internacional de Música Independiente de Benicàssim (FIB), a más de uno de sus incondicionales.Por ejemplo que no es éste el tipo de recinto más idóneo para disfrutar de las delicias confeccionadas por los creadores de Mezzanine. O que, a poco que se les fuera la mano con la sutileza atmosférica, el concierto podía acabar navegando a la deriva y sumiendo en un profundísimo sopor a un público que, a esas alturas del festival, lo que más necesitaba era una buena dosis de estimulantes, artificiales o no, para mantenerse en pie. Alguno se acomodó más de la cuenta y terminó acoplando sus bostezos a los ritmos pausados, pero robustos, diseñados por la banda. Sólo debieron sobresaltarse hacia el final del concierto, cuando las guitarras comenzaron a rugir con una fiereza rockera que arrasó a su paso con todos los tópicos -intimismo, melancolía, delicadeza- que se le atribuyen al trip hop. Monumental. Al final, todos contentos: Angel, Inertia creeps o la antológica Karmacoma contribuyeron a elevar el listón musical del festival varios palmos por encima de la media.

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También ayudaron esas tres bestias pardas del rock que se ocultan bajo el nombre de The Jon Spencer Blues Explosion. Los privilegiados que tuvieron la suerte de asistir a la salvaje rueda de prensa -por denominar de algún modo el disparatado espectáculo protagonizado por el líder de la banda: "¡Señoras y caballeros, rock and roll, The Jon Spencer Blues Explosion, la mejor banda del planeta!", así todo, y a grito pelado, durante 20 minutos- ya iban dispuestos a disfrutar de un espectáculo que puso de los nervios a quienes todavía no se explican qué pintaba una banda de semejante calibre en un evento tradicionalmente consagrado a rendir pleitesía al pop. Peor para ellos, vaya. Ya tuvieron su ración de genuinas tonadillas indies cuando Cinerama -el nuevo proyecto de David Gedge (The Wedding Present)- subieron al escenario empeñados en recordar a los más veteranos el espíritu de las primeras ediciones del festival.

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