Crítica:SALZBURGO

Bartoli y Rattle, una pareja explosiva

El programa Haydn que desarrollaron anteayer Cecilia Bartoli, Simon Rattle y la orquesta inglesa del Siglo de las Luces en la sala pequeña del Palacio de Festivales de Salzburgo se salta los criterios de un concierto normal y adquiere la categoría de concierto simbólico, entre otras razones, porque revalida la consagración en la cúspide de una generación no por joven en edad y espíritu menos madura en los conceptos musicales.De entrada, el programa era de una hermosura providencial: un monográfico Haydn con las sinfonías 86 y 88, la cantata Berenice, che fai? y arias del oratorio Il ritorno di...

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El programa Haydn que desarrollaron anteayer Cecilia Bartoli, Simon Rattle y la orquesta inglesa del Siglo de las Luces en la sala pequeña del Palacio de Festivales de Salzburgo se salta los criterios de un concierto normal y adquiere la categoría de concierto simbólico, entre otras razones, porque revalida la consagración en la cúspide de una generación no por joven en edad y espíritu menos madura en los conceptos musicales.De entrada, el programa era de una hermosura providencial: un monográfico Haydn con las sinfonías 86 y 88, la cantata Berenice, che fai? y arias del oratorio Il ritorno di Tobia y de la ópera L"anima del filosofo. En segundo lugar, hay que celebrar la elección de la sala pequeña, mucho más acorde con las sonoridades de los instrumentos de época. Es preferible, como se va a hacer, volver a repetir el concierto que hacerlo en una sala de dimensiones mayores por el fuerte tirón de los protagonistas.

Rattle aguanta bien la presión de ser el director de moda desde su elección por la Filarmónica de Berlín para estar al frente del mítico conjunto. Se le mira con lupa todo lo que hace y a algunos incluso desconcierta ese estilo desenfadado, alegre y travieso, que aplicó con buen tino a las sinfonías de Haydn, o su forma de diálogo gestual nada convencional con los músicos, sugiriéndoles un matiz, un pequeño acento, un recogimiento del sonido o una pequeña broma. Sus versiones de Haydn tuvieron una enorme frescura, demostraron la magnífica forma de la orquesta del Siglo de las Luces y fueron recompensadas con un éxito rotundo, aunque también aparecieron muestras aisladas de desacuerdo.

Un torbellino

Salió a escena la mezzosoprano Cecilia Bartoli y fue como un torbellino. La cantante romana dosifica con muchísimo cuidado sus actuaciones y los intérpretes con los que comparte la música. Fraseó en la cantata Berenice con absoluta delectación, recreándose en cada sílaba, cargando las tintas en los contenidos dramáticos y hasta quizá sobreactuando un poco en unos recitativos de fuerte voluntad expresiva. El aria de Il ritorno di Tobia fue un prodigio de gracia, dulzura y musicalidad, pero donde levantó las aclamaciones más intensas fue en el aria operística Al tuo seno fortunato, resuelta con una gran limpieza y flexibilidad en las coloraturas, sin perder nunca de vista el control del mecanismo técnico, y con una fuerza teatral no por cálida menos precisa. Se mostraba, así, Cecilia Bartoli con sensibilidad e inteligencia en sus facetas dramática, lírica y virtuosista. Los acompañamientos de Rattle, con la Orquesta del Siglo de las Luces, a la cantante fueron, sencillamente, ejemplares. Rattle, Bartoli y la Orquesta del Siglo de las Luces demostraron que la sensación de espontaneidad en la música es aún posible y que el buen humor no está reñido con el rigor. Su concierto fue de esos que dejan al espectador con la sonrisa en los labios y una sensación impagable de placer.

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