FIN DE REINADO EN MARRUECOS

Mohamed VI, ante el reto de la transición

El heredero ha sido formado en Europa, lo que hace suponer que ahondará la democratización del reino

"Quiero que conozcan a mis hijos y que hablen con ellos en español". La escena se desarrolla a principios de septiembre de 1989 al borde de la piscina del Palacio Real de Sjirat, a una treintena de kilómetros al sur de Rabat.Hassan II acaba de recibir a un reducido grupo de periodistas españoles en vísperas de su primera visita de Estado a España, la única que efectuó en toda su vida, y al final de la audiencia, mientras los camareros sirven un refrigerio, desea que sus huéspedes charlen con sus hijos varones. Sus tres hijas no estuvieron presentes en aquel encuentro.

"Me he preocupado ...

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"Quiero que conozcan a mis hijos y que hablen con ellos en español". La escena se desarrolla a principios de septiembre de 1989 al borde de la piscina del Palacio Real de Sjirat, a una treintena de kilómetros al sur de Rabat.Hassan II acaba de recibir a un reducido grupo de periodistas españoles en vísperas de su primera visita de Estado a España, la única que efectuó en toda su vida, y al final de la audiencia, mientras los camareros sirven un refrigerio, desea que sus huéspedes charlen con sus hijos varones. Sus tres hijas no estuvieron presentes en aquel encuentro.

"Me he preocupado de que aprendan español, un idioma que entiendo, aunque no lo hablo", insiste el monarca. "Así que olvídense de mí y hablen con ellos". "Espero que comprueben que su español está a la altura".

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A los invitados les resulta difícil omitir la presencia del rey. Al final se animan e intentan entablar el diálogo con el príncipe heredero, Sidi Mohamed -que reinará con el nombre de Mohamed VI-, y su hermano, Mulay Rachid. El primero tiene entonces 26 años, y el segundo, 19. Son tímidos e introvertidos. Contestan casi con monosílabos a las preguntas. El más locuaz es el pequeño.

Desde entonces han transcurrido 10 años. Una década durante la cual la formación del príncipe se fue completando al tiempo que el soberano le iniciaba en las tareas de gobierno. Aun así, Sidi Mohamed sigue, con 35 años -en agosto cumplirá 36-, siendo introvertido. "Es un hombre cálido, pero que intenta rehuir de los fastos de palacio, que, da la impresión, le abruman", comentaba hace unos días un diplomático europeo en Rabat.

El español era sólo el cuarto idioma que el príncipe estudiaba. Las primeras fueron las lenguas oficiales, el árabe y el francés, y la lengua de Cervantes la aprendió, en paralelo al inglés, con una institutriz. Hassan siempre hizo una apuesta política por Europa -en 1988 llegó a pedir el ingreso de Marruecos en la Comunidad Europea- y la educación de su primogénito está en gran parte orientada hacia el Viejo Continente.

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Su primer trabajo universitario, presentado en Rabat en 1985, estuvo dedicado a Marruecos y la unión árabe-africana, pero su baño de europeísmo lo recibió en Bruselas. Hassan pidió al entonces presidente de la Comisión Europea, Jacques Delors, que le incorporase a su Gabinete, y allí acudía todas las mañanas, al edificio del Berlaymont, rodeado de guardaespaldas, con bocadillos envueltos en papel de periódico.

De Bruselas se traslada a Niza, en cuya universidad cursará estudios de doctorado en derecho internacional. El título de su tesis, concluida en 1995, La cooperación entre la Comunidad Económica Europea y la Unión del Magreb Árabe, que reagrupa a Argelia, Marruecos y Túnez, es reveladora de los intereses de la corona.

Aunque las biografías oficiales hacen hincapié en los estudios, en la vida del heredero ha habido también diversión. Se le atribuye una afición por las nuevas tecnologías y, más peligrosa, por la velocidad. A medida que ha crecido, la arriesgada inclinación ha ido disminuyendo. En 1985 sufrió un accidente de coche y su padre se asustó mucho.

"Me di cuenta de que mi príncipe heredero había rozado la catástrofe", declaró poco después Hassan al diario parisiense Le Figaro. "Veía 20 años de educación, de formación, completamente aniquilados, y yo me decía que los peores enemigos de Marruecos no habrían podido hacer más daño a mi país que causando la pérdida de este servidor".

Concluida la formación empieza la iniciación política. El arranque es lento y aún hoy día la experiencia del heredero es limitada. Aunque representó a Marruecos en los funerales del presidente francés Georges Pompidou, en 1974, su verdadera puesta de largo empieza 21 años después. Pronuncia entonces un discurso ante la Asamblea General de la ONU en Nueva York. Su padre, indispuesto, le había encargado que le sustituyese.

Poco a poco, Hassan le va encomendando tareas de representación. En febrero de 1996, el rey deja caer en Rabat al entonces presidente Felipe González que conviene organizar un viaje oficial a España del primogénito. Tendrá lugar en mayo del año siguiente.

Su misión más difícil hasta ahora ha consistido en dialogar con el Frente Polisario. En septiembre de 1996, Sidi Mohamed acompañó a Tánger al ministro del Interior, Driss Basri, uno de los hombres de confianza del monarca. Propusieron, al parecer, a la guerrilla saharaui otorgar a la ex colonia española una amplia autonomía dentro del reino, siempre que renunciasen a su reivindicación de independencia. La gestión fracasó.

A diferencia de otros herederos en el Tercer Mundo, el primogénito de Hassan apenas se ha codeado con las Fuerzas Armadas. No en balde, su padre siempre ha desconfiado de ellas, porque en más de una ocasión intentaron derrocarle.

Su primer contacto se produjo en noviembre de 1985 -Sidi Mohamed tenía tan sólo 23 años-, cuando es nombrado "coordinador de las oficinas y servicio del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas Reales", que cuentan con 200.000 hombres.

El cargo es más bien simbólico y no es comparable con el papel que desempeñó su padre, en tanto que jefe del Estado Mayor, en la lucha contra los rebeldes rifeños. Desde hace cinco años, el príncipe ha sido ascendido a general de cuatro estrellas. En más de una ocasión, el soberano alauí había manifestado el deseo de traspasar el poder. Fue especialmente explícito en la confesión que hizo al periodista francés Eric Laurent en su libro de conversaciones La memoria de un rey. "Hoy tengo prisa", recalcaba, "porque creo que se acercan los tiempos en los que uno no debe caer en el declive senil y arrastrar consigo a su país".

"Cuando se llega a cierta edad se debe ceder el mando", proseguía. "La gente debería tener la posibilidad de retirarse. Después de 45 años tengo la sensación de que me estoy haciendo viejo. El poder es como una piedra de molino. Si lo tocas ligeramente, corta; pero si presionas con fuerza, te aplasta".

Aquella confesión real fue hecha en 1992 y publicada al año siguiente. Desde entonces han transcurrido seis años y la iniciación del primogénito no ha dado grandes zancadas. De no haber sido por la neumonía, ¿cuántos años hubiese tardado Hassan en entregar las riendas?

Pese a la brusquedad del traspaso, las condiciones en que Sidi Mohamed va a subir al trono no guardan relación con las que caracterizaron la entronización de su padre, hace 38 años. Marruecos dispone de una Constitución y, sobre todo, casi nadie cuestiona ya la institución monárquica.

Pese a que parte con ventaja, Mohamed VI tiene por delante una ardua tarea. Desde febrero de 1998, el país se encuentra sumido en una delicada transición política pilotada por el rey, que por primera vez eligió a un dirigente de la oposición socialista, Abderramán Yusufi, para encabezar un Gobierno de coalición.

El nuevo rey deberá decidir rápidamente si opta por seguir adelante por esa vía o prefiere frenar. Su formación y su juventud parecen indicar que no tendrá reparos en alentar la transición. Algunos demócratas marroquíes confían en que el ejemplo de Juan Carlos I, al que Hassan II llamaba siempre "mi hermano", haga mella sobre el heredero.

El Marruecos de fin de siglo poco tiene que ver con la España de mediados de los setenta que hizo una apuesta democrática. La renta per cápita de los marroquíes es más de diez veces inferior a la española y el 55% de la población es analfabeto, uno de los porcentajes más altos del mundo.

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