Henze presenta en el Real 'The bassarids', su ópera más querida y quizá la más difícil

El 'exiliado' Arturo Tamayo dirige una versión que el compositor juzga ibérica y sensual

El maestro alemán Hans Werner Henze está encantado en España. Lleva aquí una semana y no para de sonreír, salir a sitios, hablar y disfrutar. Incluso en el Real, tan solemne casi siempre, se lo pasa bien y no deja de agradecer a todo el mundo. En la presentación de la ópera The bassarids explicó que es su obra más querida, mientras el director, Arturo Tamayo, y los solistas principales hablaban de la extrema belleza y dificultad de la partitura. La obra, basada en el texto de Eurípides Las bacantes, se estrena mañana en España en versión de la Ópera de Dresde.

Hans Werner Henze ha compu...

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El maestro alemán Hans Werner Henze está encantado en España. Lleva aquí una semana y no para de sonreír, salir a sitios, hablar y disfrutar. Incluso en el Real, tan solemne casi siempre, se lo pasa bien y no deja de agradecer a todo el mundo. En la presentación de la ópera The bassarids explicó que es su obra más querida, mientras el director, Arturo Tamayo, y los solistas principales hablaban de la extrema belleza y dificultad de la partitura. La obra, basada en el texto de Eurípides Las bacantes, se estrena mañana en España en versión de la Ópera de Dresde.

Hans Werner Henze ha compuesto en sus 72 años de vida agitada y fecunda alrededor de 300 obras musicales, muchas de ellas destinadas al teatro lírico. De ese monumental trabajo solista, hecho al modo clásico (sinfonías, conciertos, óperas), su pieza preferida es The bassarids, una ópera estrenada en Salzburgo en 1966, inédita en España, y cuyo libreto (escrito por Wystan Hugh Auden y Chester Kallman) está inspirado en un texto de Eurípides. Según explicó Henze, fue un reto muy difícil escribir esta ambiciosa partitura, que él estructuró como una sinfonía (en cuatro movimientos: sonata, scherzo, adagio y passacaglia), y que a la vez trata de actualizar los mitos griegos y pone en juego cuestiones esenciales para el autor de Boulevard Solitude (1952) o Elegía para los jóvenes amantes (1961) como la libertad, la opresión y la revolución.Henze prefirió al principio no entrar en honduras, y se limitó a decir que la ópera narra el conflicto de Dioniso, el dios de la "fiesta, el vino, el misterio", con Penteo y otros dioses más modernos y femeninos, "que representan la disciplina, la razón, la pureza".

"Esta obra es parte de mi historia", dijo luego el compositor, que compareció acompañado por los cantantes solistas, los directores de la función y los responsables de la gerencia (Juan Cambreleng) y el programa (García Navarro) del Real. "Recuerdo muy bien cuándo la escribí", añadió. "Fue un año muy intenso. Ahora, la obra tiene 33 años y la he revisado alguna vez. Pero es como el brandy: cuando la vuelvo a abrir tiene más sabor y más solera. Y cuando la oigo, la amo muchísimo. ¿Qué voy a hacer?".

Nacido en 1926, Henze mantiene viva una intensa actividad intelectual y musical. Artista comprometido de verdad (participó en las revueltas del 68, apoyó a Cuba dando clases allí durante dos años...), reconoció que los horrores de la II Guerra Mundial, en la que fue soldado (ahora lleva el pelo al cero), marcaron profundamente su carácter y su ideología.

"Tengo recuerdos horribles y los he llevado dentro toda mi vida. Quizá por eso he estado siempre muy atento a la relación del artista con la gente para la que escribe. Creo que nuestro deber es crear con claridad, amar al público en vez de castigarlo y sembrar el amor y la fraternidad. Es nuestro deber hacia nosotros mismos y hacia la historia. Los creadores somos responsables del futuro".

El director de escena, Gerd Heinz, calificó The bassarids -de la que se ofrecerán seis representaciones en Madrid, mañana y los próximos días 5, 8, 10, 12 y 14- como una "obra cumbre del siglo XX". El director musical, Arturo Tamayo, habló de una "estructura maravillosa, inspirada en una arquitectura de un raro equilibrio formal que hace de esta obra una de las claves de la música contemporánea"; la cantante estadounidense Jane Henschel elogió la "música difícil" de Henze y bromeó sobre su personaje, Beroe, "que no canta mucho, pero se relaciona con todo el mundo"; el protagonista masculino, Ian Caley (Dioniso), dijo que Henze escribe las partes vocales en el "registro equivocado de los cantantes para hacerles sufrir" y que la parte final es la "pieza más bonita" que ha cantado en su vida, y su oponente en la obra, Vernon Hartman (Penteo), recordó que se enfrentó al papel hace nueve años, que la partitura parecía "una guía de teléfonos", pero que al ponerse a ensayar se dio cuenta de que "estaba mejor escrito que nada de lo que había cantado antes". Y eso incluye a Rigoletto, añadió.

El gerente del Teatro Real, Juan Cambreleng, confió en que el estreno de mañana suponga el "principio de una gran amistad" con Henze. "Estoy encantado con la acústica del teatro", dijo el compositor a continuación. Y luego siguió regalando flores: "El viernes pude oír la representación completa y la orquesta tiene una sonoridad extraordinaria. Bajo la batuta del maestro Tamayo suena muy ibérica y muy sensual. En cuanto al coro, qué puedo decir. Es absolutamente maravilloso".

Arturo Tamayo, director residente en Alemania desde hace años, no se olvidó de devolver los piropos a Henze, con quien ha trabajado mucho desde 1982, y recordó su pasado difícil. "Lo que él empezó a hacer en los años cincuenta fue considerado un anatema por muchos. Siguió su camino y ahora su música tiene una gran validez. Su camino no estaba equivocado. Y en cuanto a lo de ibérico y sensual, mejor citar a Juan Ramón: "Dulce y áspero como un paisaje español".

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