Tribuna:CRÓNICAS

Periodista

El libro de Maruja Torres Mujer en guerra es una de las historias más conmovedoras y vitales que se hayan publicado en este país y en esta lengua en los últimos tiempos. Leerlo es entender mejor los 35 años más recientes; es un espejo para todos, y no sólo para Maruja Torres. Es un libro autobiográfico, pero también es un libro coral, lleno de gente que entra y sale con la frecuencia insoslayable de las amistades perpetuas, pero también hay gente que entra en el libro para ser despachada en un plisplás, como diría la autora. Gente a la que Maruja no le tiene ninguna simpatía y gente a l...

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El libro de Maruja Torres Mujer en guerra es una de las historias más conmovedoras y vitales que se hayan publicado en este país y en esta lengua en los últimos tiempos. Leerlo es entender mejor los 35 años más recientes; es un espejo para todos, y no sólo para Maruja Torres. Es un libro autobiográfico, pero también es un libro coral, lleno de gente que entra y sale con la frecuencia insoslayable de las amistades perpetuas, pero también hay gente que entra en el libro para ser despachada en un plisplás, como diría la autora. Gente a la que Maruja no le tiene ninguna simpatía y gente a la que Maruja ama; al final, el lector comparte con ella simpatías y antipatías: describe tan bien que al cabo de su lectura nos ha llevado de la mano para querer o no querer los rostros que dibuja. Mujer en guerra es un manual para entender y para hacer ese periodismo, pues aquí Maruja se sitúa como la periodista solitaria que recibe el encargo de contar, va y lo cuenta y no le pregunta a nadie cómo ha de obtener los materiales que tiene que poner en orden para que el lector entienda mejor el drama del mundo; llora sobre la realidad, o se ríe, se compadece o maldice, y siempre nos implica. El libro es una explicación, literariamente brillante, apasionada, bienhumorada pero también melancólica, del periodista de siempre, aquel que, como Frau Rovira, el periodista de Efe que ha ganado el Premio Ortega y Gasset con su reportaje Yo vi a Pol Pot muerto, se acerca al horror y a la vida con sus propios medios y de pronto escucha un mensaje desde el despacho del redactor jefe que le reclama "¡más color, más color, cojones!". Pero el periodista encuentra lo que busca, y lo que halla siempre es más interesante que lo que ha soñado el redactor jefe.El libro es también una explicación de Maruja Torres, de la personalidad de Maruja Torres: una autobiografía. Pero aunque esa definición pueda llevar a la sensación de que estamos ante un texto egocéntrico, y tendría ella todo el derecho a ser egocéntrica, resulta que en Mujer en guerra hay la narración de un tiempo y de un país cuya herencia es hoy también un ejemplo de lucha apasionada contra un catálogo maldito de adversidades. Para mucha gente, esté o no en el libro, la obra de Maruja Torres será una reivindicación de su aventura personal, y un relato de su propia soledad. Esa Maruja chisporroteante que habla con el Rey con un vaso de whisky en la cabeza y se sienta en la Redacción poniendo las piernas sobre la máquina de escribir -ahora las pondrá sobre el ordenador: ni las máquinas ni los hombres son capaces de pararle los pies- es también una persona cuyo sentimiento íntimo y bien guardado de soledad surge en Mujer en guerra hasta constituir una confesión diluida pero siempre presente de su propia, conmovedora, y secreta, personalidad. Maruja Torres ha edificado, con el sacrificio propio de los tiempos de los que viene, la personalidad de una escritora desgarrada e interior que se ha defendido con humor de la intemperie, de los masters que da la vida; aunque en el libro huya de la recreación de esas circunstancias, lo que trasluce al fin es una mirada diferente pero desolada y siempre perpleja con la que hace veraz todavía aquella frase de Ernesto Che Guevara: hay que endurecerse, pero nunca perder la ternura.

No sólo es un libro para abrazar a la autora; es un libro para abrazar la vida. Los que crean que el periodismo está amenazado, como bien apunta Mario Vargas Llosa en el artículo con el que ha ganado el Premio Ortega, por el sensacionalismo y por la falta de respeto por lo que la realidad nos cuenta, tendrán que leer Mujer en guerra para recuperar la fe. Antes, cuando íbamos al cine y veíamos, por ejemplo, Solo ante el peligro, salíamos queriendo caminar como Gary Cooper; quien entre en esta obra saldrá queriendo haber estado en el periodismo como esta barcelonesa charnega que ha dado una lección de vida creyendo que estaba escribiendo, simplemente, una autobiografía.

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