Foster gana el Pritzker de arquitectura

La entrega del 'Nobel de los arquitectos' se celebrará en un edificio berlinés de Moneo

El británico Norman Foster, de 63 años, ha sido galardonado con el Premio Pritzker, el más prestigioso reconocimiento en el ámbito de la arquitectura a una trayectoria profesional. Berlín, donde Foster inaugurará el 30 de abril uno de los proyectos de mayor carga simbólica de su trayectoria, la remodelación del Reichstag, ha sido el lugar elegido para la entrega del galardón el 7 de junio, en una ceremonia en el Altes Museum de Schinkel, la Neue Nationalgalerie de Mies van der Rohe y el Grand Hyatt Hotel, construido por Rafael Moneo, Pritzker en 1996.

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El británico Norman Foster, de 63 años, ha sido galardonado con el Premio Pritzker, el más prestigioso reconocimiento en el ámbito de la arquitectura a una trayectoria profesional. Berlín, donde Foster inaugurará el 30 de abril uno de los proyectos de mayor carga simbólica de su trayectoria, la remodelación del Reichstag, ha sido el lugar elegido para la entrega del galardón el 7 de junio, en una ceremonia en el Altes Museum de Schinkel, la Neue Nationalgalerie de Mies van der Rohe y el Grand Hyatt Hotel, construido por Rafael Moneo, Pritzker en 1996.

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El prestigio del Premio Pritzker -un Nobel oficioso- no se debe sólo a que esté dotado con 100.000 dólares (unos 14 millones de pesetas); reside en la nómina de arquitectos que lo posee. Creado por el propietario de la conocida cadena hotelera Hyatt a través de la fundación del mismo nombre en 1979, este galardón ha reconocido trayectorias y maneras de entender la arquitectura tan diferentes como las del norteamericano Frank Gehry y la del portugués Alvaro Siza. Pero hasta que el italiano Renzo Piano pasó a formar parte de ella el pasado año, en esa nómina selecta faltaban representantes de la llamada "arquitectura de la alta tecnología"; su presencia se refuerza ahora con Norman Foster, el más brillante exponente de esa corriente."Norman Foster es un clásico en el más genuino sentido del término porque los edificios que construye son expresión de su tiempo". Tras las palabras del crítico japonés Toshio Nakamura, miembro del jurado que anualmente concede el Premio Pritzker, hay una crítica implícita a la extendida consideración de la obra del arquitecto británico simplemente como una manifestación más de la técnica. J. Carter Brown, Giovanni Agnelli, Ada Louise Huxtable, Jorge Silvetti y Lord Rotschild, que son los demás integrantes del comité de selección, se han manifestado en términos parecidos, destacando la dimensión social de su trabajo, la pureza lírica de sus diseños y su sensibilidad hacia el contexto.

La arquitectura de Foster, junto a la de sus compatriotas Richard Rogers, Michael Hopkins y Nicholas Grimshaw, ha aparecido invariablemente bajo una genérica etiqueta high tech vinculada a la tradición ingenieril británica. Esta etiqueta -que sirve tanto para describir edificios caracterizados formalmente por el uso de materiales y componentes propios de la alta tecnología, como otros donde ésta se emplea desde criterios relacionados con el ahorro energético y la calidad ambiental- es la que Foster rechaza de plano por reductiva: "Desde que el hombre salió de las cavernas ha estado llevando la tecnología a sus límites; forma parte de nuestra civilización y estar en contra de ella sería como declararle la guerra a la arquitectura y a la civilización misma. La historia de la arquitectura es la historia de la tecnología, y la tradición de la arquitectura es una tradición de cambio continuo. Si puedo entusiasmarme con la poesía de la luz en uno de mis proyectos, también puedo sentirme conmovido por la poesía de la ingeniería hidráulica".

Han pasado 35 años desde que Foster inició su actividad profesional con Wendy Cheeseman, Sue y Richard Rogers en el Team 4, y en su biografía figuran edificios en tres continentes, algunos tan canónicos como el banco de Hong Kong y Shanghai o el aeropuerto londinense de Stansted. Su estudio, Foster and Partners, donde trabajan actualmente 500 personas repartidas en tres sedes -Londres, Berlín y Hong Kong-, es una máquina de precisión preparada para abordar todo tipo de proyectos, que van desde el gigantesco viaducto de Millau en Francia o el plan de peatonalización del centro de Londres, que afectará a zonas emblemáticas de la capital como las plazas de Trafalgar y del Parlamento, a un prototipo de gasolinera para Repsol, del que ya se han construido algunos ejemplos en España. La torre barcelonesa de Collserola o el metro de Bilbao son otras de las obras más aplaudidas del último tramo de su trayectoria, al que también pertenece el palacio de congresos de Valencia.

Extraordinario dibujante, Foster se apoya también en las palabras para reivindicar su compromiso con los usuarios y su idea de la arquitectura como actividad integradora, "fruto de la síntesis de todos los elementos que por separado constituyen un edificio: la estructura que lo sostiene, las instalaciones que lo hacen funcionar, la ecología de su construcción, los materiales empleados, el carácter de los espacios, el simbolismo de la forma y su capacidad de relación con el entorno". Esta filosofía de diseño ha guiado siempre el trabajo de Foster.

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