Boliden reanuda la actividad minera en Aznalcóllar, un año después del vertido

40 de los 433 empleados parados desde hace 11 meses se reincorporan mañana

Alarmas ululando, un brusco derrumbe de piedras y una pequeña nube de humo blanco colgada del cielo. Los barrenos volvieron a ser usados ayer en la explotación de Aznalcóllar, cuya actividad minera estaba congelada desde la rotura de la balsa de residuos que provocó, el 25 de abril de 1998, el vertido tóxico en el Guadiamar. Los preparativos en el yacimiento de Los Frailes anticipan la incorporación al tajo, mañana, de unos 40 trabajadores, que llevaban más de 11 meses parados. La propietaria de la mina, Boliden Apirsa, formaliza así su compromiso de seguir en la comarca, tras recibir hace ape...

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Alarmas ululando, un brusco derrumbe de piedras y una pequeña nube de humo blanco colgada del cielo. Los barrenos volvieron a ser usados ayer en la explotación de Aznalcóllar, cuya actividad minera estaba congelada desde la rotura de la balsa de residuos que provocó, el 25 de abril de 1998, el vertido tóxico en el Guadiamar. Los preparativos en el yacimiento de Los Frailes anticipan la incorporación al tajo, mañana, de unos 40 trabajadores, que llevaban más de 11 meses parados. La propietaria de la mina, Boliden Apirsa, formaliza así su compromiso de seguir en la comarca, tras recibir hace apenas dos semanas el permiso de la Junta de Andalucía para reanudar la actividad minera.

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Técnicos de Boliden realizaron ayer una explosión controlada en la mina a cielo abierto de Los Frailes para acondicionar el yacimiento antes de iniciar la extracción de mineral. Se usaron 2.600 kilogramos de explosivo, que removieron unas 15.000 toneladas de material, cuando en las voladuras destinadas a la extracción se mueven entre 250.000 y 300.000 toneladas. Y es que, aunque algunos trabajadores ya se incorporan mañana a la actividad, la mina no empezará a producir hasta el día 1 de julio.Tras la voladura, el australiano John Hughes, director de producción de Boliden Apirsa, explicó a los medios de comunicación que a los 40 trabajadores que se incorporan mañana se sumarán otras 40 personas la próxima semana, completando la plantilla que se ocupa de la extracción de mineral. El resto de los 433 empleados parados hasta ahora se irán incorporando en los próximos meses para acondicionar la planta de concentrado donde se realiza la separación, mediante procedimientos químicos, de los metales.

La corta de Los Frailes apenas llevaba cinco meses en explotación cuando reventó la balsa de residuos. Boliden Apirsa prevé extraer unos 40 millones de toneladas de mineral (fundamentalmente cinc, aunque también cobre, plomo y plata), en unos diez años. "Es una mina rentable", asegura Hughes, que mostró ayer su confianza en que el precio del cinc, ahora en mínimos históricos, "esté a punto para la subida". El director de producción sustituirá a Olav Fagrëmo (que se jubila) al frente de la mina dentro de tres meses y no oculta que la reapertura se ha subordinado a la posición financiera de Boliden Limited. La multinacional sueco-canadiense ha conseguido una inyección de de 123 millones de dólares canadienses (12.485 millones de pesetas) tras realizar una ampliación de capital entre sus accionistas.

Hughes indicó que "no hay ninguna razón para temer que las administraciones" central y autonómica no terminen de pagar unos 3.400 millones de pesetas en subvenciones otorgadas en 1995 al proyecto de Los Frailes. "Necesitamos el dinero porque hasta dentro de cinco o seis meses no empezaremos a colocar el mineral en el mercado".

Alegaciones

El directivo australiano anunció que Boliden Apirsa presentará alegaciones a las condiciones que incluía el permiso de la Junta para la reapertura. La empresa "no sabe todavía" si podrá limpiar la pared norte de la corta abandonada de Aznalcóllar, el depósito que Boliden usará para los residuos en sustitución de la balsa accidentada. Por el talud norte, descargaron los camiones casi diez millones de tierra y lodo tóxico (un 10%), recogidos del cauce del Guadiamar tras el vertido. La Junta exige que los lodos que cubren la pared se desplacen hacia el fondo de la corta, cubierta de agua, para evitar el riesgo de contaminación atmosférica. La empresa también considera excesivos los análisis requeridos para controlar la calidad de las aguas subterráneas.

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