Crítica:FOLK - CRISTINA PATO

Desparpajo gaitero

En este país, tan dado a modas musicales, algo que sintonice con el público mayoritario puede convertirse con extrema facilidad en una pesadilla. Ahora tocan los gaiteros. Todos hombres. Así que era sólo cuestión de tiempo el que llegaran las primeras mujeres.Los minutos iniciales de la joven orensana entrañaron más riesgo y contenían más música que algunos conciertos de otros gaiteros. Cristina Pato se planta en escena con una actitud poco frecuente en tiempos de imágenes prefabricadas.

Posee un punto jovial e ingenuo que desarma, y una naturalidad pasmosa: lo mismo suelta la gaita y s...

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En este país, tan dado a modas musicales, algo que sintonice con el público mayoritario puede convertirse con extrema facilidad en una pesadilla. Ahora tocan los gaiteros. Todos hombres. Así que era sólo cuestión de tiempo el que llegaran las primeras mujeres.Los minutos iniciales de la joven orensana entrañaron más riesgo y contenían más música que algunos conciertos de otros gaiteros. Cristina Pato se planta en escena con una actitud poco frecuente en tiempos de imágenes prefabricadas.

Posee un punto jovial e ingenuo que desarma, y una naturalidad pasmosa: lo mismo suelta la gaita y se pone a bailar, dar saltos y grititos. Se trataba de presentar Tolemia, debú discográfico de quien a sus 18 años lleva desde los 4 con el instrumento, en un concierto que pudo seguirse en tiempo real a través de Internet. Sus acompañantes del estreno están aún un poco verdes: Cristina -Crisis, como la llaman en su casa- les lleva varios largos de ventaja. Contó también con Carlos Beceiro al bouzouki y la guitarra braguesa, y con la zanfona de Germán Díaz, hijo de ilustre folclorista, en un tema de ambiente norteafricano.

Cristina Pato

Cristina Pato (gaita), Abraham Vila (batería), Raquel Pato (teclados), Juan Padrón (bajo), Manuel Padrón (percusiones), Sergio Añón (violín), Santi Cañas (guitarra) y Cristina Barriga (voz). Anfiteatro del Colegio Oficial de Médicos. Madrid, 24 de marzo.

Explicó sus intenciones: un viaje desde la Galicia más profunda hasta las estrellas, pasando por Brasil, África o el pop de los años ochenta. No faltan muñeiras y nanas inspiradas por trasgos y meigas, pero hay un intento por desmarcarse de lo celta. Lo mejor de Cristina Pato quizá no sea tanto este presente que la ilusiona, sino el futuro que se le adivina.

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