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A nadie se le escapó ayer el reforzamiento de la tendencia comunitaria a poner énfasis en la investigación aplicada y en la componente industrial de la I+D, en detrimento, según muchos, de la ciencia básica. Salió al quite Umberto Scapagnini, del Parlamento Europeo, quien comentó que la estrategia consiste en "poner la ciencia básica en un contexto que contemple la repercusión social en los objetivos que perseguimos".Comentó que en su despacho tiene un cartel que reza "Primero, patentar; segundo, publicar", haciendo alusión al objetivo primario actual de los científicos de dar a conocer los resultados de su trabajo en artículos. Entre los participantes en la conferencia se escucharon opiniones contra las actitudes extremas favorables a la investigación aplicada o básica, en lugar de perseguir un equilibrio. "Estoy a favor de que la ciencia repercuta en el ciudadano, y todo el mundo debe tenerlo en cuenta, pero también debería haber una cultura científica ciudadana", comentaba ayer en Essen el biólogo español Miguel Vicente aludiendo a la importancia de la investigación básica y la necesidad de crear una demanda social para ella.

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"Sin esa cultura surge, por ejemplo, el problema de la soja transgénica, y el ciudadano no tiene criterios para entender si le están metiendo una bola o no", dijo. Un tema tan polémico como éste no se le escapó a la comisaria Edith Cresson, quien recalcó en el discurso inaugural dos cuestiones importantes y urgentes: la participación de la mujer en la investigación científica europea, "que no está al nivel que le corresponde", y la "dimensión ética" de los progresos científicos, aludiendo a "la clonación, las modificaciones genéticas y las bases de datos y la vida privada".

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