Una reforma muy complicada

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La Complutense sueña desde hace años con un campus de Moncloa en el que profesores y alumnos sufran menos estrecheces, pero el objetivo no le está resultando fácil. El principal símbolo de estas dificultades en la política moderadamente expansiva que propugna el rector Puyol se encuentra en el edificio diseñado por Francisco Javier Sáenz de Oiza para cerrar la plaza de Humanidades, entre las facultades de Derecho y Filosofía. El proyecto, que se desarrolló casi de incógnito, se encontró con que la Gerencia de Urbanismo denegaba la licencia por su impacto medioambiental. La universidad dijo que plantaría mil nuevos árboles a cambio, diez veces más de los que deberían talarse con las obras.Al final, el convenio del pasado 11 de diciembre con el alcalde de Madrid resolvía la situación. O la habría resuelto si no fuera por la resolución que Villapalos había puesto en marcha dos días antes a través de las páginas del Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid. Los firmantes del día 11 aprovechaban para acordar mejoras o ampliaciones en facultades como Farmacia o Ciencias de la Información, pero ahora hay que colocarle a todo ello unos puntos suspensivos: "...si lo permite la Comunidad".

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Si la situación ya es de por sí conflictiva, todo se complica por las difíciles relaciones que mantienen el consejero de Educación con su sucesor al frente de la Complutense. Puyol y Villapalos se aguantan sólo a duras penas. Y aunque éste haya garantizado que los edificios que quiere aquél saldrán adelante, las suspicacias siguen. "Hay un problema de falta de confianza que no acierto a entender", confesó ayer el viceconsejero de Cultura, Juan Carlos Doadrio.

En la consejería se recuerda que los nuevos edificios de la Complutense y la Politécnica cuentan con su financiación, "y no tiene sentido que a través de la Dirección de Universidades se autorice algo que se pensara obstaculizar a través de la de Patrimonio". Con todo, el recelo alcanza al propio Ruiz-Gallardón. El jueves pasado, el mandatario restó importancia a las primeras críticas de la Complutense pensando que su portavoz, el gerente Ramos, no representaba el sentir generalizado en la institución. Sin embargo, los rectores han refrendado, una semana después, todas las críticas.

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