Reportaje:

La muerte lenta de la Amazonia

Cada año se pierden 30.000 kilómetros cuadrados de selva, una superficie como la de Cataluña

La Amazonia no es el pulmón del planeta, es un ecosistema en equilibrio y por lo tanto aporta la misma cantidad de oxígeno que absorbe. Ni siquiera es el bosque virgen más grande del mundo, son mayores las florestas boreales y templadas de Rusia y Canadá. Eso no. Pero sí es la reserva de biodiversidad más importante de la Tierra. En esa inmensa selva suramericana -7,3 millones de kilómetros cuadrados, 14 veces y media la superficie de España- están presentes el 30% de los bosques tropicales, el 50% de todas las especies animales y vegetales o, por ejemplo, el 80% de las medicinas.El asesinato ...

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La Amazonia no es el pulmón del planeta, es un ecosistema en equilibrio y por lo tanto aporta la misma cantidad de oxígeno que absorbe. Ni siquiera es el bosque virgen más grande del mundo, son mayores las florestas boreales y templadas de Rusia y Canadá. Eso no. Pero sí es la reserva de biodiversidad más importante de la Tierra. En esa inmensa selva suramericana -7,3 millones de kilómetros cuadrados, 14 veces y media la superficie de España- están presentes el 30% de los bosques tropicales, el 50% de todas las especies animales y vegetales o, por ejemplo, el 80% de las medicinas.El asesinato del líder sindical y ecologista brasileño Chico Mendes, hace hoy 10 años, puso de moda la selva amazónica. Pero aparte de que se habla más de ella, poco ha cambiado, y lo que ha cambiado ha sido para peor. En los últimos cuatro años la deforestación media anual ha sido de 30.000 kilómetros cuadrados. Sólo en el incendio del estado brasileño de Roraima ardieron este año más de 6.000 kilómetros cuadrados de selva. Lo único que permanece intacto son las amenazas de los latifundistas a sacerdotes, sindicalistas, campesinos y ONG.

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La reacción oficial no es muy alentadora. Los 73 millones de reales (8.687 millones de pesetas) que el G7 tenía presupuestado para invertir en la protección de la Amazonia en 1999 se han quedado en 7,6 millones. El Gobierno brasileño rechazó pagar el 10% de la ayuda que le correspondía. Pero no todo sale mal. El Banco Mundial firmó en junio con WWF -el fondo mundial para la conservación de las especies- la concesión de unos 100 millones de dólares (14.000 millones de pesetas) para crear áreas protegidas en el 10% de la Amazonia.

Unido a los incendios, el principal enemigo de la selva son las multinacionales madereras de Estados Unidos, Japón, Alemania o Reino Unido, que avanzan imparables en la destrucción de la Amazonia de sudeste a noroeste. Últimamente se les han sumado empresas del sudeste asiático, sobre todo de Malaisia e Indonesia, abriendo zonas de explotación al norte.

Mario Rodríguez, responsable de Bosques de Greenpeace, explica que "por cada árbol extraído se destruyen 28, se despilfarran enormes cantidades de madera que aquí sería de primera calidad". Y añade: "Pero la principal amenaza no es la extracción, sino las vías de penetración que abren los terratenientes con el dinero que reciben por vender tierra a las madereras. Con ese dinero queman la selva y hacen carreteras para colonizarla y extender la frontera agrícola". El mayor avance del último decenio ha sido la mayor sensibilidad con las culturas indígenas. Rodríguez explica que "Chico Mendes cambió el argumento ecologista. Gracias a él se empezó a comprender que para salvar la Amazonia había que tener en cuenta al ser humano que vivía en ella".

Esta opinión la comparte Diego Azqueta, presidente de WATU-Acción Indígena: "Respetar la diversidad cultural es la base para conservar la biodiversidad; ya no se trata de salvar al colibrí, sino de proteger culturas amenazadas". Sólo en Brasil, la selva amazónica acoge 556 tierras indígenas. En ellas conviven 330.000 indios, 220 etnias y 180 idiomas. Desde los conocidos Yanomamis hasta los Zoé, los últimos contactados, incluidos grupos tanto de 140.000 como de sólo tres personas. Mención aparte merecen los llamados indígenas no contactados o aislados voluntariamente. Auténtico reducto de vida primitiva -sólo hay grupos parecidos en Papúa-Nueva Guinea-, son indios que nunca han tenido relación con otras culturas. WATU tiene indicios de la existencia de 23 tribus aisladas, nunca de más de 100 componentes; otras ONG como Survival International hablan de 40 grupos no contactados.

Brasil es el único de los nueve países amazónicos que protege oficialmente a los indígenas. Para ello cuenta con la Funai (Fundación Nacional del Indio), de la que depende el Departamento de Indios Aislados. De los 556 territorios indígenas, 254 están legalmente registrados, y de éstos 121 protegidos. Pero la tutela es sólo teórica. Azqueta asegura que "el Gobierno no tiene fondos ni para pagar a sus funcionarios". A falta de vigilancia, madereros, narcotraficantes, buscadores de oro (garimpeiros) y de caucho (seringueiros), multinacionales farmacéuticas, constructores de carreteras e hidroeléctricas o misioneros evangélicos fundamentalistas penetran impunemente en estos territorios.

Destrucción de culturas

"No se mata a los indios, como se hacía antes; pero se mata su caza para que emigren", cuenta César Neto, geólogo brasileño. "La amenaza de destrucción para los indígenas es más cultural que física", añade Neto, y explica que el contacto con el hombre blanco aboca a los indígenas al alcoholismo, enfermedades que desconocen, las drogas o la pérdida de identidad, cuando no a los suicidios colectivos. Y con cada tribu que desaparece se pierde para siempre un saber ancestral, conocimientos alimentarios y medicinales desconocidos.El botánico portugués Jorge Paiva rechaza el tópico de que explotar la Amazonia es necesario para el despegue económico de los países limítrofes:"Sólo enriquece a multinacionales extranjeras y a una restringida oligarquía de terratenientes". Paiva advierte de que la destrucción de la Amazonia avanza a un ritmo de "un campo de fútbol por segundo", y asevera que "el mayor error de la especie humana ha sido olvidarse de defender el patrimonio biológico, el más importante para su supervivencia". Según este botánico, la solución es no destruir más, mantener reservas biológicas y repoblar con florestas mixtas en lugar de hacer repoblaciones monoespecíficas con criterios exclusivamente económicos.

La semana pasada se celebró un homenaje a Chico en la Universidad Autónoma de Madrid al que apenas asistieron un centenar de personas. Paiva disculpó la escasa participación en el acto diciendo que "en esta sociedad tan competitiva, los estudiantes no tienen tiempo para preocuparse por los problemas ambientales".

El Gobierno brasileño decide estos días si concede o no el indulto navideño a 3.000 presos. El terrateniente Darly Alves de Silva (de 61 años), el asesino de Chico, cumple los requisitos para ser incluido en la lista de liberados. Si lo solicita, la Administración ya ha advertido de que se cancelará la medida de gracia.

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