Tribuna

Arquitectura y urbanismo

En el expediente presentado a la Unesco se hizo el esfuerzo por transmitir que el pasado de Alcalá ha estado extraordinariamente vinculado al de su vida universitaria, y ello a pesar de que ésta fue interrumpida durante más de un siglo (1836-1977). Pero a la ciudad le ha quedado como legado no sólo el recuerdo de su historia, sino también un conjunto histórico-artístico que, aunque nos llegó deteriorado, es hoy uno de los más valiosos de España.La importancia arquitectónica de la ciudad complutense es reconocida en su imponente fachada del colegio de San Ildefonso, obra de Rodrigo Gil de Honta...

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En el expediente presentado a la Unesco se hizo el esfuerzo por transmitir que el pasado de Alcalá ha estado extraordinariamente vinculado al de su vida universitaria, y ello a pesar de que ésta fue interrumpida durante más de un siglo (1836-1977). Pero a la ciudad le ha quedado como legado no sólo el recuerdo de su historia, sino también un conjunto histórico-artístico que, aunque nos llegó deteriorado, es hoy uno de los más valiosos de España.La importancia arquitectónica de la ciudad complutense es reconocida en su imponente fachada del colegio de San Ildefonso, obra de Rodrigo Gil de Hontañón; su paraninfo, auténtico templo del saber; la Magistral, única con Lovaina; el Palacio Arzobispal, sus murallas. Su valor se reconoce como un conjunto hilvanado por una tupida trama urbana repleta de episodios: con sus plazas, pasajes y compases barrocos; la silueta de sus chapiteles, hoy revividos por más de un centenar de cigüeñas; la calle Mayor soportalada, siempre con actividad; el conjunto de conventos que estoicamente pervivieron al desastre del abandono y la ruina, y los colegios universitarios, reabriendo sus puertas a estudiantes y visitantes, que no dejan de sorprenderse con esta ciudad tan desconocida.

Los colegios de Aragón, de los Manchegos, de Málaga, de León, de los vascos, algunos, tristemente, vieron la piqueta, el de los irlandeses, y el elenco de impresionantes conjuntos que traspasados por el Ejército han recuperado su función original universitaria para facultades, bibliotecas, centros de cultura e investigación: los Caracciolos, los Basilios, los Mínimos, el colegio del Rey, el Máximo de los Jesuitas, los Agustinos, los Verdes, Trinitarios, Carmen Calzado, de los Artistas y los Físicos.

Estos colegios, en convivencia con un amplio caserío de patios y galerías conectados por sus pasajes, van recuperándose en esta dinámica multiplicadora que ayer reconoció la Unesco. Si bien la importancia histórica, arquitectónica, artística y urbanística de la ciudad tenía un valor que ya fue reconocido por el Consejo de Europa en 1990 y por Europa Nostra en 1995, la declaración de la Unesco revaloriza este gran conjunto destacando la seguridad de su proyecto por encima de otros valores.

Alcalá es referencia en los últimos años como modelo de gestión, de coordinación, de cómo lo que es más difícil, la recuperación de la autenticidad, de su integridad urbana, se alcanza con la firmeza, lentamente, pero con pasos permanentes y constantes. Cada vez que se vuelve por la ciudad complutense en los últimos tiempos se descubre un nuevo patio, otro edificio reabierto. Alcalá es hoy una bella ciudad, recuperada no como un triste mausoleo. Hoy ya tiene a sus estudiantes, abre sus edificios; se está en sus plazas; paseamos por calles, parques, patios y pasajes. Es un hecho que constató en Japón la Unesco para esta declaración, que nos afianza en el camino certero de una estrategia que la ciudad y la universidad persiguieron en un trabajo de integridad.

Carlos Clemente es director de la Oficina Técnica de la Universidad de Alcalá, arquitecto redactor del expediente de solicitud a la Unesco con C. Vallonrat y J. Morales.

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