¿En qué se diferencian las especies?

Las normas de la urbanidad exigen adoptar una actitud de arrobo y sobrecogimiento ante el espectáculo que ofrece la infinita variedad de la naturaleza. Pero los hallazgos de la genética mueven más bien a asombrarse por todo lo contrario. No sólo los genes individuales, sino también sus complicadas combinaciones funcionales, están revelando una pasmosa tozudez que los hace constantes a lo largo de toda la escala animal.Los taxónomos del siglo XVIII se preguntaban en qué se asemejaban las especies aparentemente distintas. A finales del siglo XX la pregunta va a acabar siendo: Pero ¿en qué demoni...

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Las normas de la urbanidad exigen adoptar una actitud de arrobo y sobrecogimiento ante el espectáculo que ofrece la infinita variedad de la naturaleza. Pero los hallazgos de la genética mueven más bien a asombrarse por todo lo contrario. No sólo los genes individuales, sino también sus complicadas combinaciones funcionales, están revelando una pasmosa tozudez que los hace constantes a lo largo de toda la escala animal.Los taxónomos del siglo XVIII se preguntaban en qué se asemejaban las especies aparentemente distintas. A finales del siglo XX la pregunta va a acabar siendo: Pero ¿en qué demonios se diferencian las especies? Hermann Steller, del Massachusetts Institute of Technology (MIT) de Boston (EE UU), ha descubierto en los últimos años tres genes de la mosca Drosophila melanogaster que él mismo describía el lunes como "mensajeros de la muerte". Estos genes funcionan como una antena celular que detecta muchas clases distintas de signos dañinos para las células de la mosca (radiaciones perjudiciales, infecciones por virus, roturas en el ADN), integran esa información y disparan en respuesta el proceso de suicidio programado, que implica a muchos otros genes.

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Pero un equipo del CNB dirigido por Miguel Torres y Carlos Martínez ha demostrado que, si uno de esos genes de Drosophila se introduce en células de mamífero, y se le hace funcionar a buen ritmo, es capaz de provocar allí también el proceso de apoptosis.

Se trata de una evidencia más de que la maquinaria genética del suicidio celular programado es constante en toda la escala evolutiva de los animales.

La apoptosis viene a sumarse en esto a otros procesos complejos, casi abstractos, que han mostrado una sorprendente similitud en todas las especies. Los casos de este tipo se han ido acumulando en la literatura científica, pero quizá el más enigmático siga siendo el de los genes homeóticos, también descubiertos inicialmente en Drosophila.

En la mosca, esos genes se sitúan en fila india a lo largo del cromosoma. Cada uno determina el programa de desarrollo de un trozo del cuerpo: uno diseña un trozo de cabeza, otro un fragmento de abdomen, etcétera. El orden de los genes en el cromosoma es el mismo que el de las partes del cuerpo, de cabeza a cola.

Los mismos genes existen en humanos, también diseñan fragmentos de cuerpo, y también se sitúan en el cromosoma en el mismo orden. ¿Ha salido ya usted volando?

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