Crítica:DANZA

Estabilizaciones

Los dos jóvenes talentos que crearon y lideran el Nuevo Ballet Español demuestran en la práctica cómo el trabajo serio junto a la responsabilidad en la producción son los ingredientes necesarios para estabilizar una compañía y, sobre ella, las posibilidades de un nuevo estilo de baile.Esta vez el vestuario ha sido total responsabilidad de Paloma Gómez, que a fuerza de ser sobria a veces roza la monotonía. La música del grupo Cañadú también siente sobre sí esos mismos lastres, aunque es indudable su empaque de calidad y su tono envolvente. Las coreografías, dentro de lo que podemos llamar un fl...

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Los dos jóvenes talentos que crearon y lideran el Nuevo Ballet Español demuestran en la práctica cómo el trabajo serio junto a la responsabilidad en la producción son los ingredientes necesarios para estabilizar una compañía y, sobre ella, las posibilidades de un nuevo estilo de baile.Esta vez el vestuario ha sido total responsabilidad de Paloma Gómez, que a fuerza de ser sobria a veces roza la monotonía. La música del grupo Cañadú también siente sobre sí esos mismos lastres, aunque es indudable su empaque de calidad y su tono envolvente. Las coreografías, dentro de lo que podemos llamar un flamenco académico de escuela, de aprendizaje a base de taller y de didáctica convencional, se reviste en estos jóvenes de un tinte novedoso, y aquí reside quizá el gran acierto de Rojas y Rodríguez.

Flamenco directo

Coreografía: Ángel Rojas y Carlos Rodríguez. Música: Grupo Cañadú. Luces: Gloria Montesinos. Vestuario: Paloma Gómez. Teatro de Madrid La Vaguada. Hasta el 4 de noviembre

La gran novedad entre los intérpretes es el joven David Sánchez, integrado con brío propio y destaque singular en el conjunto. El nivel del baile es altísimo, refinado y cuando quiere de una enorme sensualidad terrenal.

La primera parte tiene una estructura quizá demasiado cercana al fenómeno Joaquín Cortés, lo que no es en absoluto un pecado sino una influencia bien asimilada. En la segunda parte el tono cambia lo suficiente como para animar al público y hasta aparecen batas de cola usadas con ironía. La estética del blanco y negro es superada por los colores marrones, dando así una de nocturnidad y otra de alevosía con el tacón. Hay que mencionar el cante sensible de Maite Maya y las intervenciones de Elisa de la Torre a la flauta; el percusionista Chico Fargas demostró una enorme sensibilidad en el seguimiento de los bailarines.

Finalmente, hay que decir que Carlos Rodríguez y Ángel Rojas no se parecen en nada entre sí, y sin embargo ambos gustan por idéntica razón al público: bailan con el alma, cuidan la figura y el gesto, jamás caen en el exceso seudofolclórico o en el tópico que tanto daño hace a este tipo de danza. Y si de virtuosismo se trata, a ambos puede calificárseles ya de nuevas estrellas.

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