Los cuatro accionistas de Xey

La empresa guipuzcoana comenzó en 1961 haciendo mesas y sillas, y hoy vende 14.500 cocinas al año

Lo primero que hay que aclarar de Xey es que aunque debe su nombre a los seis accionistas que se juntaron en 1961 para fabricar mesas y sillas, el día que hubo que poner las 300.000 pesetas de capital inicial sólo fueron cuatro los socios dispuestos a rascarse el bolsillo por el proyecto empresarial. Encabezados por Bernardo Arzalluz, comenzaron a producir en un local de 200 metros cuadrados en Ergobia (San Sebastián), donde el día que había un pedido importante todo el barrio se movilizaba para ayudar. El negocio, pese a ser limitado, les iba bien y apostaron por dar entrada a nuevos accionis...

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Lo primero que hay que aclarar de Xey es que aunque debe su nombre a los seis accionistas que se juntaron en 1961 para fabricar mesas y sillas, el día que hubo que poner las 300.000 pesetas de capital inicial sólo fueron cuatro los socios dispuestos a rascarse el bolsillo por el proyecto empresarial. Encabezados por Bernardo Arzalluz, comenzaron a producir en un local de 200 metros cuadrados en Ergobia (San Sebastián), donde el día que había un pedido importante todo el barrio se movilizaba para ayudar. El negocio, pese a ser limitado, les iba bien y apostaron por dar entrada a nuevos accionistas y constituirse en sociedad anónima en 1965. La inyección monetaria hizo posible la creación de una red comercial en España y las primeras ventas en Francia y Reino Unido. La producción alcanzaba entonces las 1.000 sillas diarias. Rozando ya la década de los años 70, los responsables de Xey dieron el salto a la fabricación de armarios de cocina, que ha terminado siendo su actividad principal. "Hacíamos sólo armarios de tres medidas, bajos o colgantes y de una puerta, dos puertas o tres puertas. Fabricábamos sólo dos módulos y ahora hacemos 500", comenta Andoni Eizmendi, consejero delegado de la primera empresa fabricante de muebles de cocina española. Incendio fortuito En 1971, se produjo la primera crisis de la firma, que sufrió un incendio causado por un cortocircuito en la calefacción de su fábrica donostiarra. "A pesar del incendio, no se dejó de servir ni un solo pedido porque nos cedieron locales otras fábricas de mueble", señala Eizmendi. El accidente, que destruyó completamente la fábrica, se ha convertido con el paso de los años en un factor positivo, porque adelantó el traslado a una planta de producción, de 18.000 metros cuadrados, en el barrio de Oikina de Zumaia (Guipúzcoa). En las nuevas instalaciones, donde todavía mantiene su sede, comenzó la fabricación de cocinas integrales y de muebles de baño. La madera sustituyó a los materiales metálicos. La técnica de fabricación era rudimentaria. Basta decir que los armarios se encolaban y se apilaban uno sobre otro para garantizar la adherencia de las piezas. Pero las nuevas cocinas eran entonces el último grito y se publicitaban con modelos haciendo de amas de casa, vestidas a la última moda y bebiendo champán. El éxito de las cocinas Xey, en las que ha desayunado gran parte de las familias vascas, y la integración europea que se anunciaba en los años 80, llevó a los responsables de la compañía a abrir plantas en Madrid y Barcelona para fabricar una segunda marca más barata: Forma. En estos años se produce el cambio accionarial. Tres de los cuatro socios iniciales vendieron sus acciones a la familia Arzalluz, que decidió desprenderse de parte del capital en 1977. La oferta pilló en plena década de expansión al Banco Urquijo, que adquirió el 59% de la empresa. En 1986, cuando la entidad bancaria controlaba el 80% de la compañía y el capital social era de 910 millones de pesetas, llegaron las vacas flacas para el Banco Urquijo, que decidió vender todas sus participaciones industriales a los ejecutivos de las empresas. "A partir de ese momento hubo unos años de extraordinaria bonanza económica y las expectativas de negocio eran muy optimistas", señala Eizmendi. Con este panorama, los accionistas realizaron en 1989 una Oferta Pública de Venta del 42,89% de la empresa para aumentar la base accionarial y acometer inversiones. "En sólo un año subió hasta un 50% el precio de salida de las acciones de Xey", añade. La operación mantiene hasta hoy el 80% del capital en manos de la dirección y el 20% restante repartido en pequeños accionistas. En 1993, la firma compró la empresa Intervegasa de Urnieta (Guipúzcoa) que compaginaba el tercer puesto en la fabricación de muebles con una deuda acumulada de 3.000 millones de pesetas. Xey compró por 300 millones Intervegasa, después de sanearla. Con la comercialización de las marcas Xey, Vegasa y Forma, la fabricante de cocinas prevé facturar 5.100 millones de pesetas en 1998.

Producción bajo pedido

El grupo Xey afronta desde 1996 una reestructuración que ha tocado todas las áreas de la empresa. En los dos años transcurridos desde esa fecha, la fabricante de mobiliario de cocina ha vendido sus dos fábricas en Urnieta y las plantas de Barcelona y Madrid, ha centralizado toda su producción en la planta de Zumaia y ha reducido la deuda de Intervegasa de 3.000 a 1.200 millones de pesetas. Los cambios se han acompañado de una reducción progresiva de la plantilla, que actualmente integran 317 trabajadores. Pero el salto más significativo se ha dado en la producción, impulsado por el consejero delegado, Andoni Eizmendi. Centralizada la producción en Zumaia, Eizmendi decidió cambiar el sistema de fabricación, terminar con el almacenamiento e iniciar la producción bajo pedido. El nuevo sistema, curiosamente, ha reducido en un tercio el plazo de entrega. "Más del 70% de las cocinas que vendemos se entregan entre dos y tres semanas después del pedido", apunta. Ahora, más de un tercio de la superficie de la fábrica de Zumaia está desocupada pero cuando Eizmendi comenzó a aplicar el nuevo sistema de producción, había cuatro kilómetros de raíl con armarios y puertas almacenados que no ha sido fácil suprimir. "No conocemos ninguna fábrica de cocinas que produzca just in time como Xey", asegura. Pedidos por Internet La planta está organizada en minifábricas, que se ocupan cada una de una parte de la producción hasta culminar las cocinas completas que se desplazan por carriles y automáticamente ingresan en las puertas de carga de los camiones. Los encargados de cada sección están comunicados por radiotransmisores para coordinar el montaje y los distribuidores y vendedores de las cocinas pueden conocer en cualquier momento a través de Internet en qué fase se encuentra su pedido. "La mayor dificultad de este sistema está en el número de combinaciones posibles de los muebles, que supera el millón, intercambiando las series, los módulos y los colores con los que trabajamos", apunta el consejero delegado. Las puntas de producción se dan entre abril y septiembre, que es también cuando más activo está el sector de la construcción, uno de los principales clientes de Xey. Respecto al producto, el 90% de las cocinas que vende son blancas o de colores similares, pese a la invasión de colores que se ve en los escaparates de las tiendas de muebles de cocina. La firma guipuzcoana entró en beneficios en 1997; un ejercicio en el que registró un saldo positivo de 207 millones de pesetas. 1998 ha comenzado con una cartera de pedidos de 1.600 millones de pesetas, un 60% más que en enero de 1997. Los objetivos de la firma para este ejercicio pasan por aumentar su porcentaje de exportación del 15,6% en 1997 hasta el 20%. Europa es el principal mercado de las cocinas de Xey, que vende también en Japón y Sudamérica.

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