¿Adictiqué?

El gesto realizado por las tabaqueras de Estados Unidos hay que encuadrarlo en el cerco que éstas viven en este país. Varios estados han ganado ya demandas individuales contra la industria, pero el Congreso todavía está debatiendo el famoso acuerdo de 368.000 millones de dólares (unos 57 billones de pesetas).

Dentro de esa batalla se inscribe el último escándalo: cómo Winston manipulaba la nicotina para que ésta fuera más adictiva sin por ello alterar aparentemente los niveles permitidos (véase EL PAÍS del 24 de febrero pasado). Los datos eran de una investigación del Departamento d...

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El gesto realizado por las tabaqueras de Estados Unidos hay que encuadrarlo en el cerco que éstas viven en este país. Varios estados han ganado ya demandas individuales contra la industria, pero el Congreso todavía está debatiendo el famoso acuerdo de 368.000 millones de dólares (unos 57 billones de pesetas).

Dentro de esa batalla se inscribe el último escándalo: cómo Winston manipulaba la nicotina para que ésta fuera más adictiva sin por ello alterar aparentemente los niveles permitidos (véase EL PAÍS del 24 de febrero pasado). Los datos eran de una investigación del Departamento de Justicia.

Pero en los cientos de miles de páginas vertidos ahora en Internet es poco probable que se hagan hallazgos noticiosos. Las tabaqueras ya advierten de que los documentos no contienen secretos industriales o protegidos por el secreto de sumario. RJ Reynolds aprovecha incluso para introducir un capítulo dedicado a los derechos de los fumadores. Además, en el apartado de la empresa Lorillard, por ejemplo, al hacer una búsqueda de la palabra "adictivo" el resultado es cero; es decir que ni siquiera se habla de ello.

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