ARCO 98

El vídeo domina en las instalaciones

Bajo el título genérico Project rooms se inicia este año en Arco una novedad que consiste en que 22 galerías, acogidas a esta modalidad, muestran el trabajo de un único artista que desarrolla un proyecto expositivo en un espacio acotado sobre el que puede intervenir en su totalidad. La propuesta de realizar obras para un lugar concreto parece inducir a embarcarse en el género denominado instalación, que se puede desarrollar en sus variantes: objetual, ambiental y videográfica. Así, al menos, ha sido entendida la propuesta por la mayoría de los artistas y galeristas participantes en esta...

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Bajo el título genérico Project rooms se inicia este año en Arco una novedad que consiste en que 22 galerías, acogidas a esta modalidad, muestran el trabajo de un único artista que desarrolla un proyecto expositivo en un espacio acotado sobre el que puede intervenir en su totalidad. La propuesta de realizar obras para un lugar concreto parece inducir a embarcarse en el género denominado instalación, que se puede desarrollar en sus variantes: objetual, ambiental y videográfica. Así, al menos, ha sido entendida la propuesta por la mayoría de los artistas y galeristas participantes en esta experiencia expositiva, que dispone de un emplazamiento acotado al final del pabellón 7.El resultado es, sin duda, positivo tanto para los artistas participantes como para la feria. Lo es porque en estos cubículos se pierde la sensación de amontonamiento de obras de diferente categoría que, acumuladas a título de inventario del almacén, suelen presentar habitualmente las galerías, pudiéndose apreciar el trabajo de estos artistas como si estuvieran en una muestra museística. No hay que perder de vista en esta idea que buena parte de los compradores son instituciones culturales y museos y que estas obras no son fácilmente comercializables entre coleccionistas medios.

Las galerías que se presentan bajo el epígrafe Projet rooms han logrado conseguir dignidad de montaje y una buena calidad artística, aunque el mayor interés recae en la obra de aquellos artistas que han sabido aceptar el reto de operar sobre las condiciones físicas del espacio con ánimo de transformarlo.

Archivo imaginario

En este sentido, los cubanos Alexandre Arrechea (1971) y Marco Antonio Castillo (1970), que se presentan bajo el nombre artístico de Los Carpinteros, han replanteado un Archivo de Indias imaginario dibujando cajones en las paredes. Renée Petropoulos ha ideado algo parecido, transformando el cubículo expositivo con una proyección de las trazas de cuatro dormitorios, que son completadas con muestras de papeles pintados y cuadros reales. El puertorriqueño Aarón Salabarrías (1964), por su parte, ha creado un espacio ilusorio con moqueta verde césped en el suelo, y unas grandes franjas con olas de mar, espejeantes superficies y nubes fotografiadas sobre las paredes, que hacen referencia a la mitológica historia del Arca de Noé.En otros casos las obras tienden más al género conceptual, como la interesante instalación El cocodrilo de Humboldt no es el cocodrilo de Hegel, del colombiano José Alejandro Restrepo (1959). De entre las obras que se aproximan al género ambiente, cabe mencionar la del asturiano Cuco Suárez (1961), que plantea la angustiosa presencia del dolor humano a través de una ampolla de goteo que va perforando la cabeza de una figura de barro, a la luz de una lámpara de quirófano. El poético Carlos Pazos (Barcelona, 1949) propone una sugerente escenografía con un tren eléctrico que nos transporta a otras épocas; mientras que Montserrat Soto (Barcelona, 1961) reproduce una habitación con la insinuacion fotográfica de unas ventanas que se abren a un paraíso de ficción. El género más extendido, sin embargo, es el de la videoinstalación, que cuenta con obras de Daniel Blaufuks (Lisboa, 1963); los mexicanos, Miguel Calderón (1971) y Yoshua Okon (1970); Jordi Colomer (Barcelona, 1962) o Gerardo Suter (Brasil, 1957). De entre todas, cabe destacar la sencilla videoinstalación de la artista iraní Shirin Neshat centrada en la visualización de dos interpretaciones musicales, muy hermosas y emocionales, que, sin embargo, constituyen un alegato contra el sexismo en las sociedades islámicas.

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