Tribuna

Los que ganan y pierden con Clinton

El problema judicial en que se ve envuelto el presidente Clinton permite aventurar que su segundo mandato se va a ver -gravemente maniatado por una larga temporada, si no en los casi tres anos que le restan. Y todo ello sin descontar males mayores. Ante esa eventualidad, cabe hacer un balance de los que pueden salir ganando o perdiendo de la probable invalidez presidencial.Hay dos grandes afectados por el Lewinskygate, aunque en sentido totalmente opuesto. Benjamín Netanyaliu y Sadam Husein.

Para el jefe del Gobierno israelí, Benjamín Netanyahu, es como si le hubiera venido a ver Yalivé...

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El problema judicial en que se ve envuelto el presidente Clinton permite aventurar que su segundo mandato se va a ver -gravemente maniatado por una larga temporada, si no en los casi tres anos que le restan. Y todo ello sin descontar males mayores. Ante esa eventualidad, cabe hacer un balance de los que pueden salir ganando o perdiendo de la probable invalidez presidencial.Hay dos grandes afectados por el Lewinskygate, aunque en sentido totalmente opuesto. Benjamín Netanyaliu y Sadam Husein.

Para el jefe del Gobierno israelí, Benjamín Netanyahu, es como si le hubiera venido a ver Yalivé, sometido como está a una cierta presión norteamericana para que devuelva más territorios de lo que desea de la Cisjordania palestina. No parece que pueda estar el presidente con cabeza para apretarle las tuercas a quien es un aliado, y que, además, puede mover un poderoso arco de influencias en Washington. El hecho de que Monica Lewinsky sea judía es un azar, pero la ex becaria de la Casa Blanca, de familia prominente en el judaísmo conservador norteamericano, presta hoy un gran servicio a la derecha profunda israelí.

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El presidente iraquí, Sadam Husein, en cambio, lejos de sentirse aliviado por los suplicios de su torturador, tiene grandes probabilidadés de sufrir una lluvia de bombas en un futuro próximo, siquiera sea para demostrar que no hay procesos que distraigan a Clinton del cumplimiento del deber.

Otro probable beneficiado es el presidente colombiano, Erneto Samper, acusado de complicidad con el narcotráfico, y en cuyo derrocamiento legal había invertido fuerte capital simbólico el norteamericano. A pesar de que sólo le queda de presidencia hasta agosto próximo-, no se descartaban nuevas revelaciones de Washington que dificultaran la elección de su delfin, Horacio Serpa, en las presidenciales de mayo-junio. Parece hoy, sin embargo, una-minucia el descabalgamiento de Samper como para que compita con los asuntos internos que acosan al presidente.

Pero pierde, sin duda, Bosnia, quepara seguir en paz necesita a un Clinton que deje en el país sus tropas aún mástiempo del prometido, para que la regiónno vuelva a la greña. Y en ese paquete vatambién la propia Unión Europea, queno sabría qué hacer en el Balkán sin el liderazgo norteamericano.

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Tampoco puede estar satisfecho el jefe del Gobierno iraní, Mohamed Jatamí, que hizo recientemente un llamamiento al diálogo -es cierto que sólo cultural y con el pueblo, no con el Gobierno de Estados Unidos-, pero que precisa de un jefe fuerte en Washington que impulse esos buenos propósitos. Paralelamente, sale ganando Ali Jamenei, el guía espiritual de Teherán, al que ese diálogo le parece una invocación a Satán.

Entre los que no ganan ni pierden, porque su caso está más allá de las posibilidades presidenciales, se hallan el líder palestino, Yaser Arafat, y el presidente cubano, Fidel Castro. No va a haber ni más ni menos Palestina independiente o una Cuba desembargada por un mero Clinton. Pero si el primero no tiene motivos para reír, aunque sólo sea por la satisfacción de su némesis Netanyahu, el cubano podrá echar una carcajada, si vive para ver la agonía y caída de su homólogo de Washington.

Finalmente, los presidentes Carlos Menem y Ernesto Zedillo no tienen de qué congratularse por las dificultades de quien ha hecho de Argentina aliado principal de Estados Unidos fuera de la OTAN, o de quien consiguió que no se descertificara a México -como sí se hizo con Colombia- en la lucha contra la droga. Y aunque sea tema menor, no hay razón, de otro lado, para que el mandatario brasileño, Fernando Henriques Cardoso, llore los problemas de quien prefirió Argentina a Brasil y vino con exigencias insufribles de protocolo y cierre de ciudades con ocasión de su visita del año pasado a su país.

El balance es inevitablemente racheado, y las medias sonrisas se alternan con la preocupación sincera, por interesada, de los medios. Pero seguro que nada será ya igual estos próximos años si el caso Lewinsky da de sí todo lo que se barrunta.

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