José Luis Cuevas afirma que su "sentido de angustia" es español

Madrid ofrece la antológica más completa del artista mexicano

José Luis Cuevas se hizo ayer uña foto en la habitación de su hotel en Madrid, "para registrar el paso del tiempo" como lo hace "al despertar, antes de la ducha" desde 1955. El pintor mexicano, de 63 años, asiste hoy, en el Museo Nacional Reina Sofía, a la presentación de la primera antológica en España, con 124 obras, entre dibujos, pinturas y esculturas, de 50 años de producción artística. "Mi sentido de angustia es español" declaró sobre los "estremecedores y espléndidos" dibujos que ha seleccionado José-Miguel Ullán.

Las obras expuestas en el Museo Nacional Reina Sofía abarcan desde...

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José Luis Cuevas se hizo ayer uña foto en la habitación de su hotel en Madrid, "para registrar el paso del tiempo" como lo hace "al despertar, antes de la ducha" desde 1955. El pintor mexicano, de 63 años, asiste hoy, en el Museo Nacional Reina Sofía, a la presentación de la primera antológica en España, con 124 obras, entre dibujos, pinturas y esculturas, de 50 años de producción artística. "Mi sentido de angustia es español" declaró sobre los "estremecedores y espléndidos" dibujos que ha seleccionado José-Miguel Ullán.

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Las obras expuestas en el Museo Nacional Reina Sofía abarcan desde un dibujo de 1939 a las 15 esculturas en bronce realizadas el año pasado sobre los poemas Animales impuros, de José-Miguel Ullán, comisario de la exposición, diseñada por Juan Ariño. La antológica, hasta el 16 de marzo, coincide con la muestra de obra gráfica abierta en el Museo Casa de la Moneda (Doctor Esquerdo, 36), con un centenar de obras y cuatro libros del artista, con motivo del premio de medallística Tomás Francisco Prieto 1997 que recibió en diciembre.En las dos exposiciones aparecen con frecuencia autorretratos, apuntes del natural, prostitutas, monstruos, locos, infiernos, cadáveres, homenajes y series sobre Kafka, Sade, Quevedo, Picasso. Las obras proceden de museos y colecciones de México, Estados Unidos, Alemania, Suiza, Francia y España, escenarios de sus viajes y exposiciones, junto con el Museo José Luis Cuevas, de México, que dirige su mujer, Bertha Riestra. Los textos del catálogo, de Ullán, García Ponce, Paz, Vargas Llosa, Fuentes, Pacheco, Sarduy y Monterroso, sitúan la obra de Cuevas.

Cuevas declaró ayer que una antológica está llena de sorpresas, ya que "muchas de las obras, por su antigüedad, quizá haya olvidado". Tiene interés por ver la obra sobre papel que llega de diferentes partes y descubrir cómo han sido enmarcada por los coleccionistas. "El papel ha ejercido una extraordinaria fascinación. No olvidemos que nací en una fábrica de papel y lápices, y aunque en mis primeros años de vida de artista los papeles eran más modestos, después vino el descubrimiento de los papeles finos, con sus diferentes texturas y calidades. En mi casa tengo un verdadero almacén de papeles que voy comprando por el mundo, y a veces me angustia la idea de que no tendré vida suficiente para dibujarlos todos. Me gusta mirarlos y acariciarlos, y lo mismo hago con los cientos de libretas de dibujo que ocupan un librero de gran tamaño en mi estudio. Envidio a los escritores, que tienen toda su producción a la mano".

Las obsesiones de Cuevas que aparecen en su obra artística tienen su origen en la infancia. "El mundo de la locura, prostitución, agonizantes, hospitales, submundos, atrajo mi atención en una edad muy temprana. Hay un sentimiento definitivamente trágico de la vida, como decía Unamuno. Es ver la muerte con una profunda angustia existencial, y no con esa alegría juguetona como la ven los mexicanos. El mexicano, como parte de una actitud machista, no quiere entender la muerte como algo aterrador".

José Luis Cuevas dice que está más cerca de Goya que de El Bosco, precursor del surrealismo. "He estado muy distante del surrealismo, aunque he llegado a exponer en una galería de surrealistas, en 1962, en París. Recuerdo que en una inauguración, con Jorge Camacho, Breton nos preguntó si éramos surrealistas, y al decirle que no, se dedicó sólo a hablar con Camacho". Ha ilustrado numerosas obras literarias, aunque rechazó Las voces de Marraquech, de Canetti, porque aparecían camellos y burros. "Le dije al editor que no sabía dibujar ni camellos ni burros y no pensaba hacerlo nunca, lo que me impide ilustrar Platero y yo e incluso el Quijote".

En sus obras sólo hay figuras. "No hay paisajes pero sí ventanas. Alguien me preguntó que a dónde conducían las ventanas, quizá al exterior, al paisaje, y le dije que las ventanas conducían a otro aposento donde estaban los personajes de mi próximo dibujo, y así hasta el infinito. Mis personajes están en lugares cerrados. En cambio, en mis sueños soñados, reales, aparecen muchos paisajes que soy incapaz de pintarlos después".

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