El espectáculo y la condesa

La opinión que le merece al matrimonio Courrèges los Armani, Gucci o Calvin Klein no es mucho mejor que la de los creadores instalados en París. "Los italianos y los americanos han aprendido a vender y a fabricar, pero no crean nada.Todo es pura imagen. Entre los jóvenes, Lacroix es una eterna promesa, y Gaultier, a veces, muy de cuando en cuando, acierta. Pero ellos también son prisioneros de esa necesidad de provocar, de hacer ropa para salir en las fotos y ser aplaudidos por los que nada saben. Lo malo de la moda es que hoy está en manos de financieros que sólo quieren espectáculo en ve...

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La opinión que le merece al matrimonio Courrèges los Armani, Gucci o Calvin Klein no es mucho mejor que la de los creadores instalados en París. "Los italianos y los americanos han aprendido a vender y a fabricar, pero no crean nada.Todo es pura imagen. Entre los jóvenes, Lacroix es una eterna promesa, y Gaultier, a veces, muy de cuando en cuando, acierta. Pero ellos también son prisioneros de esa necesidad de provocar, de hacer ropa para salir en las fotos y ser aplaudidos por los que nada saben. Lo malo de la moda es que hoy está en manos de financieros que sólo quieren espectáculo en vez de estar al servicio de las clientas y controlada por auténticos creadores".

Ser courrèges se asemeja, en las entusiastas explicaciones de Coqueline, la mujer de André, a pertenecer a una secta empeñada en reformar el mundo por la vía de la belleza. Antes, en la época Balenciaga, eso suponía contar con 350 operarias muy cualificadas y que cada una de ellas fuese capaz de "coser" cuatro trajes al mes. "Ese saber artesano sigue existiendo, pero cada vez son menos las personas que lo conservan. Por eso en Courrèges nos hemos impuesto como una prioridad el formar entre 10 y 15 jóvenes".

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No quieren recordar a clientas concretas o referirse a Jackie Kennedy, la Bégum o Pauline de Rotschild, porque "otras mujeres desconocidas del gran público puede que hayan sido más importantes para nosotros. Por ejemplo, en España contamos con un pequeño grupo de devotas, entre ellas la condesa de Villapadierna, que eran adictas totales a Courréges. La mujer que compra nuestra moda es urbana, moderna, independiente y con hijos".

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