España consume 4.000 toneladas del plaguicida proscrito en Montreal

Se buscan alternativas no contaminantes

Algunos inventos eficaces quedan proscritos cuando se descubre que sus efectos secundarlos resultan nocivos. En los años 30 los químicos descubrieron que el bromuro de metilo resultaba demoledor con las plagas de los cultivos. Su utilización se fue extendiendo, aunque en pequeñas dosis (por su elevado coste) hasta convertirse en la panacea plaguicida de los cultivos de alto rendimiento en California, Florida, Holanda y el litoral mediterráneo.

A los casi setenta años de su implantación en el mercado, 162 países han decidido en Montreal poner fecha para erradicar su producción; resul...

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Algunos inventos eficaces quedan proscritos cuando se descubre que sus efectos secundarlos resultan nocivos. En los años 30 los químicos descubrieron que el bromuro de metilo resultaba demoledor con las plagas de los cultivos. Su utilización se fue extendiendo, aunque en pequeñas dosis (por su elevado coste) hasta convertirse en la panacea plaguicida de los cultivos de alto rendimiento en California, Florida, Holanda y el litoral mediterráneo.

A los casi setenta años de su implantación en el mercado, 162 países han decidido en Montreal poner fecha para erradicar su producción; resulta 50 veces más nocivo para la capa de ozono que los CFC, los gases que han dejado de fabricarse en los países desarrollados por ser perjudiciales para ese gas atmosférico que filtra los rayos UV. Se ha convenido en dejar de fabricarlo en el año 2005 en la Unión Europea; en el 2010 en los países desarrollados y en 2015 en el resto del mundo.

En España se consumen anualmente 4.000 toneladas de bromuro de metilo. Según la directora general de Calidad y Evaluación Ambiental, Dolores Carrillo, que ha intervenido en las negociaciones del nuevo Protocolo de Montreal, el Gobierno español tiene la intención de reducir ese consumo a la mitad para finales del próximo año.

El uso de este plaguicida está muy extendido en la agricultura extensiva de Levante y Huelva. Hay 20.000 hectáreas dedicadas al cultivo de la fresa, los pimientos, las flores cortadas, las zanahorias, los cítricos y los tomates que se fumigan con bromuro de metilo. El uno por ciento de las hectáreas tratadas se dedica a las sandías y los melones; el 8%, a los tomates y el 16% a la flor cortada.

El Ministerio de Medio Ambiente ha firmado con el de Agricultura un convenio para dotar con 15 millones de pesetas los estudios que llevará a cabo el Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias (INIA) en tres líneas: buscar sustitutos del plaguicida, reducir sus dosis con la misma efectividad y emplear plásticos impermeables de modo que retengan más el plaguicida y eviten su difusión a la atmósfera. También se harán ensayos sobre tratamientos alternativos al cultivo de la fresa.

Sucedáneos

Carrillo afirma que estos estudios estarán en condiciones de transferir sus conclusiones y aplicaciones al sector agrario para el año 2004, aunque no oculta la dificultad de encontrar alternativas al plaguicida.

La directora general confesó el fracaso de los países de la Unión Europea en su intento de reducir los HCFC, los gases que se utilizan como sucedáneos de los CFC proscritos, que también dañan la capa de ozono, aunque en menor proporción. La Unión Europea pretendía eliminarlos en el año 2015, mientras Canadá y Estados Unidos mantuvieron el año 2030 como plazo final.

El país anfitrión, Canadá, dio una de cal y otra de arena. Sobre la eliminación del bromuro de metilo pretendía ser más exigente, adelantando aún mas las fechas consensuadas. No es un país especialmente dedicado a la agricultura intensiva. Sin embargo, se alió con Estados Unidos para conseguir mantener treinta años más la producción de los HCFC.

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