Crítica:TEATRO

Lo que no todos sabían

Joe Orton escribió esta comedia hace 30 años. No la vio estrenada: su amigo le mató. El estreno póstumo tuvo esa aureola añadida a la de marginal, libertario, anarquista o términos que solían tomarse como sinónimos -y ahora mismo la gente no los deslinda- y era, en efecto, un antisermón, un antidiscurso. La anécdota es deliberadamente disparatada y no presenta ninguna necesidad de carpintería o de orden, ni siquiera de lógica: sobre la generación precedente Orton muestra, en este estilo de hacer teatro, que no hace falta justificar nada. Pasan las cosas. Por ejemplo, en su antecedente m...

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Joe Orton escribió esta comedia hace 30 años. No la vio estrenada: su amigo le mató. El estreno póstumo tuvo esa aureola añadida a la de marginal, libertario, anarquista o términos que solían tomarse como sinónimos -y ahora mismo la gente no los deslinda- y era, en efecto, un antisermón, un antidiscurso. La anécdota es deliberadamente disparatada y no presenta ninguna necesidad de carpintería o de orden, ni siquiera de lógica: sobre la generación precedente Orton muestra, en este estilo de hacer teatro, que no hace falta justificar nada. Pasan las cosas. Por ejemplo, en su antecedente más claro, que es Llama un inspector, de Priestley, hasta el juego de fantasía y realidad, de pretérito-presente-futuro con que se fustigaba a la sociedad desde el buen laborismo intelectual, requerían un traba o complejo de montaje. Y aun así, un fondo infinitamente más atrapado, seguro y admitido: la obra de Priestley se podía representar en España y la de Joe Orton estaba prohibida.En ese momento la sociedad inglesa era muy inocente, muy de "pompa y circunstancias", y lo que Orton ponía descaradamente en escena lo ignoraba en general o le parecía chocante (shocking): la hipocresía y el daño que hacen la religión, la policía, el amor y todo lo demás. No es que el teatro inglés no llevara algunos siglos diciéndolo, es que no siempre la gente va al teatro -muchas menos lee libros- y el cine estaba suficientemente censurado. Por eso, Joe Orton era uno de esos agradables escándalos cuya visión permitía aprender muchas cosas sin necesidad de sentirlas en la propia vida. Poco a poco la realidad se ha ido abriendo paso.

El botín

De Joe Orton. Intérpretes: TomásGayo, Julio Escalada, Lola Baldrich, Ana Goya, Francisco Piquer, Jaime Blanch. Dirección: Jesús Cracio. Teatro Reina Victoria.

En España entonces la inocencia era para el futuro: ya se sabía, excepto la minoría dominante que no tenía mucho interés en conocerse, que la vida estaba falsificada, pero que vendrían tiempos mejores. Vinieron los tiempos y no fueron mejores, salvo en unos primeros momentos en los que el deseo sustituía a la realidad. La comedia de Joe Orton parece ahora antigua.

La traducción es anónima: el montaje, de José Cracio, un poco destartalado, con buenos actores como Francisco Piquer, Jaime Blanch -que, sin duda de acuerdo con- el director, ha reducido su trabajo a copiar al Colombo de la televisión,- lo cual es sin duda mucho trabajo, pero repelente, por o que parece plagio-, Lola Baldrich, por citar los tres principales papeles, aunque los demás no desmerecen.

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