UNA VIDA CONTRA LA VULGARIDAD

Tete, segun él mismo

Tete Montoliu hablaba de sí mismo sin pizca de solemnidad.Los inicios. Empezó a comprar discos de jazz en los años cuarenta. "Me los compraban mi padre y mi madre. Hubo un grupo que se llamaba Clippers, con un pianista al que le agradeceré muchas cosas, un, pianista que se llamaba Damiá Cots, que murió en Holanda. Me encaminó muy bien. Después vino a Barcelona un señor que se llamaba Don Byass, se quedó dos años a vivir aquí y llegó a hablar en catalán, cosa que a mí me gustaba muchísimo -yo ya era catalanista de pequeño-, y venía cada día a comer a casa. Tocaba conmigo, con un chaval q...

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Tete Montoliu hablaba de sí mismo sin pizca de solemnidad.Los inicios. Empezó a comprar discos de jazz en los años cuarenta. "Me los compraban mi padre y mi madre. Hubo un grupo que se llamaba Clippers, con un pianista al que le agradeceré muchas cosas, un, pianista que se llamaba Damiá Cots, que murió en Holanda. Me encaminó muy bien. Después vino a Barcelona un señor que se llamaba Don Byass, se quedó dos años a vivir aquí y llegó a hablar en catalán, cosa que a mí me gustaba muchísimo -yo ya era catalanista de pequeño-, y venía cada día a comer a casa. Tocaba conmigo, con un chaval que tenía 12 años y que tenía posibilidades.. La cosa empezó así". En 1946, el primer disco que escuchó fue de Charlie Parker. "Charlie revolucionó la música de jazz en los ' años cuarenta y lo etiquetaron con el nombre de be-bop. Comprendí que éste era un lenguaje musical que yo entendía perfectamente. Mucho mejor que el que se hacía antes, que el tradicional". Su reconocimiento como "el mejor pianista de Europa" le vino de un norteamericano. "En marzo de 1955 tocaba en una boite y me dedicaba a interpretar ritmos bailables. Una noche vino Lionel Hampton. Aquel señor me escuchó tocar jazz y al día siguiente insistió en decir públicamente que yo era el mejor pianista de Europa. Lo afirmó en la prensa y resultó que el 15 de marzo todo el mundo pasó a considerarme el mejor pianista de Europa. Eso es muy típico, ya me he acostumbrado".

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Ceguera. "He tenido que hacerme copiar gran cantidad de libros en negro a Braille porque en la época franquista sólo se editaban en este sistema cosas religiosas. Pero tampoco había demanda de libros porque la mentalidad de la familia del ciego era: pobrecito, para qué va a leer, para qué va a escribir. Ahora es distinto; mi nieto es ciego y mi hija ha aprendido, entre otras cosas, el sistema Braille. Lo primero que inculqué a mi nieto Jordi es que ni él ni yo somos ciegos, simplemente nos falta la visión física. Nunca me he sentido marginado; los propios ciegos se buscan la marginación cuando, ya de pequeños, se encuentran cómodos en la compasión que les rodea".

Fútbol y política. Montoliu fue seguidor del Barça. Tenía razones familiares. "Mi abuelo materno, Alfred Massana, fue uno de los primeros centrales que tuvo el Barcelona. Mi madre tenía una gran afición al fútbol y me la contagió. Sí, todo eso me hizo amar el equipo, el club en sí. Además, considero el club como el representante de una nación oprimida que es la mía". Políticamente, manifestó simpatías socialistas, pero consideró que quien trajo el cambio fue Jordi Pujol. "Las ideas socialistas me gustan mucho. La palabra cambio me agradó. Pero en Cataluña el cambio sólo nos lo ha traído Convergència. Por eso admiro a nuestro president. Lo que más admiro de Flujol es la paciencia que ha de tener. El cambio era reconocer los derechos de Cataluña".

Madrid. "El público de Madrid es el mejor del mundo". Los elogios reiterados de Montoliu al público de la capital de España están asociados al hecho de que fue en Madrid donde se pudo consagrar por entero al jazz. "A los 28 años, en Barcelona era muy conocido en el mundillo del jazz, pero tenía que tocar boleros y de todo para vivir; en Madrid me pude instalar tocando sólo jazz y me pude consagrar por entero al jazz".

Jazz. Montoliu siempre sostuvo que el jazz no puede aprenderse en un conservatorio y recelaba de la literatura intelectual. "Es una música de élite. No es que se haya de ser intelectual para amar el jazz. Pero sí se deben tener inquietudes. Aquí nos han enseñado a cultivar una música vulgar y así nos va. Cuando un intelectual se pone paliza hablando de jazz, el remedio es peor que la enfermedad".

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