Tribuna

Jerusalén, sangre y tierra

Las horrorosas imágenes de la matanza en el mercado de frutas en el Jerusalén judío son resultado de una fría lógica que parece funcionar más allá de la locura de Oriente Próximo: mientras la paz parezca muerta y las negociaciones entre las partes sigan firmemente estancadas, sus enemigos se limitan a sentarse satisfechos y no hacer nada; pero en el momento en que sospechan que hay un atisbo de progreso hacia la paz, entran en acción, bien perpetrando una matanza masiva de civiles israelíes o bien enviando excavadoras israelíes a allanar territorio palestino.No estoy comparando la confiscación...

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Las horrorosas imágenes de la matanza en el mercado de frutas en el Jerusalén judío son resultado de una fría lógica que parece funcionar más allá de la locura de Oriente Próximo: mientras la paz parezca muerta y las negociaciones entre las partes sigan firmemente estancadas, sus enemigos se limitan a sentarse satisfechos y no hacer nada; pero en el momento en que sospechan que hay un atisbo de progreso hacia la paz, entran en acción, bien perpetrando una matanza masiva de civiles israelíes o bien enviando excavadoras israelíes a allanar territorio palestino.No estoy comparando la confiscación de tierras palestinas con la matanza de civiles inocentes: la tierra tomada se puede devolver algún día; las vidas se pierden para siempre. Moralmente, asesinar es mucho peor que robar. Pero los fines de los extremistas de ambos bandos son equiparables: tanto las excavadoras como las bombas tienen como objetivo hacer que la gente del otro lado hierva de rabia o se quede paralizada por la desesperación, a fin de sacrificar una vez más las perspectivas de paz.

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Misteriosa alianza

Parece haber una misteriosa alianza, no declarada, de fuerzas en contra de la paz. Los terroristas palestinos y los israelíes usurpadores de tierras envían deliberadamente mensajes terribles a los sectores más inflamables de la opinión pública de ambos lados: abandonad la esperanza, preparaos para luchar hasta la muerte. Sin embargo, muchos, en ambos bandos, saben muy bien lo que habría que hacer para conseguir la paz. Pero no les gusta lo que saben o están poco dispuestos a llevarlo a cabo. Los israelíes no pueden (y no deben) pagar el precio de la paz mientras se siga derramando sangre y su futura seguridad parezca amenazada. Los palestinos no pueden reconciliarse con un Israel que sigue arrebatándoles su territorio.Debe haber un cambio simultáneo en ambos bandos: no más violencia palestina, no más lenguaje y mentalidad de guerra santa árabe y no más expansionismo israelí en los territorios ocupados. Una vez logrado esto, israelíes y palestinos podrán empezar a trabajar en una paz-de-compromiso general. La opción de Palestina es bastante simple: o termina la lucha armada contra Israel o no. No pueden tener la guerra y la paz con Israel al mismo tiempo.

Los israelíes se enfrentan a una opción que no es menos dolorosa ni menos sencilla: ¿queremos la paz con Palestina o queremos un poco más de tierra? No podemos tener las dos cosas. Al acuerdo se le ha dado el nombre de "paz por territorio", no de territorio por bombas suicidas, ni de paz con expansión de los asentamientos de Israel.

Amos Oz es escritor israelí

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