Autorretrato
Cristina vuelve y lo hace con todas las cuerdas bien tensadas: desde su primer trabajo, Que me parta un rayo, hasta este flamante tercer disco, Cerrado, ha ido eligiendo y componiendo con mayor puntería y equilibrio. Es la experiencia la que le sienta bien, la melancolía y alegría se hermanan con la fragilidad y la dureza regalándonos una renovada dimensión de su música y sus letras. Desde que comenzó en solitario Cristina ha sabido elegir a sus colaboradores y, en esta ocasión, abrió el concierto junto a tres brillantes y veteranos músicos y a un ingeniero de sonido que resultó ...
Cristina vuelve y lo hace con todas las cuerdas bien tensadas: desde su primer trabajo, Que me parta un rayo, hasta este flamante tercer disco, Cerrado, ha ido eligiendo y componiendo con mayor puntería y equilibrio. Es la experiencia la que le sienta bien, la melancolía y alegría se hermanan con la fragilidad y la dureza regalándonos una renovada dimensión de su música y sus letras. Desde que comenzó en solitario Cristina ha sabido elegir a sus colaboradores y, en esta ocasión, abrió el concierto junto a tres brillantes y veteranos músicos y a un ingeniero de sonido que resultó ser el ángel de la guarda que todos quisieran para su directo. El repertorio, que abarcó su último trabajo y retomó viejas canciones, rugió desde la fragilidad de su voz. Cristina, con falda y guitarra, cantó mejor, más dulce y más amargo, y retuvo la atención hasta que se despidió, tras tres bises, con un tema de la Velvet Underground. La sobriedad y elegancia que ha destilado en su trayectoria es la misma que recorre Cerrado, un trabajo producido por Lee Ranaldo de Sonic Youth, y en el que la confianza de los artistas eleva un disco lleno de sustancia y fe.
Cristina Rosenvinge
Cristina Rosenvinge (voz y guitarra), David Gwynn (guitarra), Pedro Barceló (batería), Manolo Fuentes (bajo). Sala Caracol. Madrid, 15 de abril.