EL 'CASO GAL'

Un error y una llamada telefónica

Segundo Marey fue secuestrado por equivocación el 4 de diciembre de 1983 en la primera acción reivindicada por los GAL

La primera acción reivindicada por los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL), que totalizarían 22 asesinatos en cuatro años, fue un fiasco. El 4 de diciembre de 1983, en Hendaya (Francia), Segundo Marey fue arrancado en zapatillas de su casa por unos individuos que se presentaron en ella aduciendo que habían causado desperfectos en su coche. Al recelar, su esposa fue golpeada. Marey, hijo de socialistas vascos exiliados en 1936, acudió a sus gritos, pero también fue reducido a golpes y, a continua ción, atontado con el gas paralizante de un aerosol.Cuando le arrastraron hasta su ve...

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La primera acción reivindicada por los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL), que totalizarían 22 asesinatos en cuatro años, fue un fiasco. El 4 de diciembre de 1983, en Hendaya (Francia), Segundo Marey fue arrancado en zapatillas de su casa por unos individuos que se presentaron en ella aduciendo que habían causado desperfectos en su coche. Al recelar, su esposa fue golpeada. Marey, hijo de socialistas vascos exiliados en 1936, acudió a sus gritos, pero también fue reducido a golpes y, a continua ción, atontado con el gas paralizante de un aerosol.Cuando le arrastraron hasta su vehículo, un Peugeot 504 de color gris, los captores de Marey debían de sentirse satisfechos de sí mismos. Habían cumplido su misión mercenaria. Habían secuestrado al presunto etarra Mikel Lujúa. Pero... no. Estaban confundidos. Lujúa residía cerca de Marey. Ese detalle les indujo al error. Su víctima tan sólo era un pacífico vendedor de mobiliario de oficina que, a sus 51 años, se entretenía en su tiempo libre tocando el saxofón en la banda municipal de su ciudad y asistiendo a cuantas corridas de toros podía, pues incluso había sido corresponsal del semanario español El Ruedo.

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¿Por qué estuvo Marey retenido diez días, en el curso de los cuales hasta fue amenazado de muerte por quienes le custodiaban, a pesar de que enseguida se comprobó que no era Lujúa? ¿Quién decidió que se prolongara su calvario, que le marcó para el resto de su vida tanto física como psicológicamente -"España [nunca había querido renunciar al país de sus padres] ya no es mi patria", repite de manera obsesiva-, hasta que fue soltado en territorio francés con una nota de presentación de los GAL en el bolsillo?

Según el auto de procesamiento de José Barrionuevo, ex ministro del Interior, dictado por el magistrado Eduardo Móner el 23 de enero de 1996, Julián Sancristóbal, que era el director general de Seguridad, habría consultado "previamente" la captura de Lujúa con el propio Barrionuevo y con Rafael Vera, secretario de Estado para la Seguridad, quienes la habrían "autorizado". Una vez constatada la equivocación, Sancristóbal habría telefoneado directamente a Barrionuevo para informarle, al igual que a Vera, de que, en definitiva, sería "conveniente" quedarse con Marey "unos días" para "presionar" a las autoridades francesas se las acusaba de tener manga ancha con los activistas etarras que se ocultaban en su territorio-, a lo que también habrían dado su visto bueno tanto Barrionuevo como Vera.

Sancristóbal habría mantenido la supuesta conversación telefónica con Barrionuevo desde el despacho de Francisco Álvarez, jefe del Mando Unico de la Lucha Contraterrorista. Además de éste, habrían sido testigos Ricardo García Damborenea, secretario general de los socialistas vizcaínos, y Miguel Planchuelo, jefe,superior de Policía de Bilbao.

En sus declaraciones ante el juez instructor del caso Marey, Baltasar Garzón, los presentes vinieron a coincidir en sus testimonios inculpatorios para Barrionuevo.

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Sancristóbal manifestó que discutió con García Damborenea "la posibilidad de devolver a Marey a Francia" y decidieron "no hacerlo de inmediato para presionar a los franceses". Entonces telefoneó a Barrionuevo para informarle, al igual que a Vera, y hacerle esa sugerencia, que ambos aceptaron.

A su vez, García Damborenea dijo que llegaron a la conclusión de que la liberación instantánea de Marey dejaría "en evidencia" a los Cuerpos y las Fuerzas de Seguridad del Estado y podría "perjudicar" a los geos detenidos en Pau (Francia) tras el secuestro fallido, semanas antes, del dirigente etarra José María Larretxea. Entonces, añadió, "Sancristóbal llamó al ministro del Interior" para consultarle y éste le "ordenó" que siguiese retenido "unos días".

Mientras Álvarez corroboró lo dicho por Sancristóbal, Planchuelo incluso recordó sus palabras: "Ricardo [García Damborenea] y yo hemos decidido quedamos con el tío unos días y dar un escarmiento a los franceses para que vayan entrando en razón". La única diferencia es que él creyó durante mucho tiempo que era Vera quien estaba al otro lado del hilo telefónico.

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