Entrar en Albania

FUERZAS MILITARES internacionales se van a desplegar finalmente en Albania, según ha decidido el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Y lo harán con una significativa participación española. Aunque su misión no es pacificar, sino asegurar la llegada de ayuda humanitaria a sus destinos, la presencia de un contingente de 2.500 a 5.000 hombres puede contribuir a poner fin a la situación caótica actual. Se trata de una operación compleja, pero a todas luces necesaria, y hay que saludar la premura con que se ha entendido así en Nueva York y en las capitales de los países dispuestos a partic...

FUERZAS MILITARES internacionales se van a desplegar finalmente en Albania, según ha decidido el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Y lo harán con una significativa participación española. Aunque su misión no es pacificar, sino asegurar la llegada de ayuda humanitaria a sus destinos, la presencia de un contingente de 2.500 a 5.000 hombres puede contribuir a poner fin a la situación caótica actual. Se trata de una operación compleja, pero a todas luces necesaria, y hay que saludar la premura con que se ha entendido así en Nueva York y en las capitales de los países dispuestos a participar en ella.La fuerza multinacional, cuyo despliegue ha recibido el beneplácito casi unánime del Parlamento albanés, no es una fuerza de intervención ni de interposición entre contendientes. Su mandato es limitado en el tiempo y en el alcance. Su presencia allí está establecida en tres meses prorrogables, y su misión será abrir paso y proteger la ayuda humanitaria, recurriendo a las armas sólo si miembros de dichas fuerzas son atacados.

No obstante, la experiencia indica que cuando se inicia una misión de este tipo es prácticamente imposible establecer cuándo y cómo se concluye. Su mandato no incluye misiones de orden público. Sin embargo, dada la actual situación en Albania, en la que el Estado ha dejado prácticamente de existir en amplias zonas del país, es previsible que, en el mejor de los casos, la mera presencia militar internacional tenga un efecto apaciguador y estabilizante. Y en el peor, que su fuerza armada pueda poner coto a los abusos y la violencia de las numerosas bandas armadas.

Esto es precisamente lo que más necesita en estos momentos Albania. El restablecimiento del orden público es la principal premisa para encauzar el proceso político hacia unas elecciones que restablezcan un poder legítimo en Tirana y acaben con una anarquía y un vacío peligrosísimo para los propios albaneses y toda la región. La UE tiene buenas razones para apoyar un plan de urgencia con el fin de recomponer una policía albanesa hoy casi inexistente y dotarla de estructura,.equipamiento, instrucción y control.

La participación y composición de la fuerza de intervención quedará ultimada en los próximos días. Todo indica que actuará bajo mando de Italia, el país más afectado por el caos albanés. Este caos ha sido la principal causa de la tragedia del hundimiento del barco albanés en el Adriático, independientemente de las responsabilidades que la investigación pueda determinar. Con ese desorden hay que acabar para evitar nuevos dramas. Con vistas al despliegue de tropas hay que impedir que los bandos en coilflicto utilicen el accidente para una agitación antiitaliana que podría degenerar en hostilidad general contra la presencia extranjera. En todo caso, -habrá que demostrar que, llegado el momento, estas tropas, cuya presencia tiene por único objeto ayudar a los albaneses, están dispuestas a actuar con decisión.

Según anunció ayer el ministro español de Defensa, unos 500 soldados españoles participarán en esta nueva misión de paz. Esta presencia está plenamente justificada, y no sólo por la solidaridad que Italia merece en estos momentos de emergencia. También para evitar que se enquiste en Albania un foco permanente de inestabilidad, bandidaje internacional y huidas masivas de población que acabarían afectando de una u otra forma a toda Europa. Eso sí, debe establecerse con detalle el alcance de la misión y demandar el apoyo económico de todos los socios europeos.