Castilla del Pino: "Formo parte de una generación sin maestros"

El psiquiatra publica su autobiografía 'Pretérito imperfecto'

Se diría que Carlos Castilla del Pino ha vivido 75 años para escribir este libro, ganador del Premio Comillas de la editorial Tusquets, que hoy se presenta en Madrid. Pretérito imperfecto es un meticuloso ejercicio de memoria. Tanto, que más que una autobiografía parece periodismo de precisión. Desde que nació en San Roque hasta que se fue a Córdoba con 27 años, el psiquiatra rojo ha guardado "compulsivamente" objetos, recuerdos y documentos sobre su vida. "Es un libro pensado desde siempre", admite el autor, que explica que ha intentado reflejar la "micro España" de aquellos años, de la mon...

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Se diría que Carlos Castilla del Pino ha vivido 75 años para escribir este libro, ganador del Premio Comillas de la editorial Tusquets, que hoy se presenta en Madrid. Pretérito imperfecto es un meticuloso ejercicio de memoria. Tanto, que más que una autobiografía parece periodismo de precisión. Desde que nació en San Roque hasta que se fue a Córdoba con 27 años, el psiquiatra rojo ha guardado "compulsivamente" objetos, recuerdos y documentos sobre su vida. "Es un libro pensado desde siempre", admite el autor, que explica que ha intentado reflejar la "micro España" de aquellos años, de la monarquía a la posguerra, y que se considera parte de una generación "huérfana de maestros".

"Ese prurito de guardarlo todo revela que yo no quería perder el hilo conductor que une todos los yoes que he sido a lo largo de mi vida", decía ayer Castilla del Pino. A lo largo de las 543 páginas del libro, aparecen varios: el niño precoz, morbosamente obsesionado por los cadáveres; el monaguillo reprimido, interno en el convento de los Salesianos de Ronda -"lugar muy sórdido, lleno de monjas severísimas"-; el universitario inquieto pero frustrado, "parte de una generación que no tuvo maestros", que malvive y malcome por 3,30 pesetas el menú en el Madrid de la posguerra...Pero en esa multiplicidad sobresalen, explica el psiquiatra, "el niño de 14 años que soñaba con llegar a ser un hombre de ciencia y el médico que he sido y soy. Los dos son la misma persona. Lo que tenía que ser y hacer estaba determinado ya antes de cumplir 20 años, aunque era un ideal casi heróico para aquella época y aquel lugar".

Solfeo y tos crónica

Castilla pasa su infancia entre artesanos, campesinos, clases de solfeo desde los 5 años, pesadillas con cerdos y ratas mordedores, la primera erección subido a caballito de su nani, una experiencia homosexual con Nicolás, y durmiendo en la misma habitación que su padre, alcalde de San Roque, aquejado de tos crónica por enfisema y que muere cuando tenía el autor 10 años. No es su primera muerte: con sólo 5 años, entra en una casa vecina a ver a una niña muerta de escarlatina; a los 12, se aventura a buscar los cuerpos de sus familiares asesinados tras la toma del pueblo por los milicianos... Y mientras, tortura ranas, ayuda a hacer la autopsia de un ahorcado ... : "La muerte ha sido una presencia muy fuerte en mi vida. Como acontecimiento y como actitud que el sujeto adopta ante ella ha estado presente en todo momento. Ahora me da pena saber que me tengo que morir razonablemente pronto. Significa dejar de vivir y la vida me fascina".Eso se nota también tras el frío realismo de los hechos que narra. Nombres, detalles, lugares, datos, se acumulan sin dejar resquicio a la literatura -"es que esto es un documental, no una novela"-, a los juicios de valor o al análisis psicológico. Pero aparece una tremenda soledad -"Me gusta, me ensoberbece, me confiere autosuficiencia", escribe-, y una posesiva concepción de la amistad: "Ambas cosas son inherentes al hecho de que soy el menor de cuatro hermanos. Las otras tres eran mujeres, y los amigos representaban mucho para mí. Por eso la soledad, el retirarme de ellos, significaba también mucho".

Sus mejores amigos fueron los libros que le descubrió el que considera su padre real, "no el biológico, pero sí el que más me dolió cuando murió": Federico Ruiz, el hombre más culto de San Roque, que contagió al adolescente la pasión por Dostoiesvski, Shakespeare, Goethe, Cervantes ...: "Como dijo Montaigne, 'gracias a la novela conocemos la vida íntima'. La literatura es una vía de conocimiento del ser y de la naturaleza distinta a la científica. Yo no he sido el mismo después de leer Crimen y castigo o Rojo y negro, por citar dos de los que más me impresionaron en una época, o La sensualidad pervertida de Baroja..."

Pretérito imperfecto está escrito desde la creencia en que "todo tiempo pasado fue peor, diga lo que quiera Jorge Manrique. Para todo niño que sueña, el pasado siempre es imperfecto". ¿No se han cumplido sus fantasías, entonces? "Se cumplen las imaginaciones, las fantasías no, porque son omnipotentes. Se cumplen los juegos, porque el niño que juega se está preparando para la realidad".

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