Barnes: "Mis cuentos revisan la relación de amor-odio con Francia"

El autor de 'El loro de Flaubert' publica el volumen 'Al otro lado del canal"

Julian Barnes, autor de la muy aclamada novela El loro de Flaubert, ha cumplido ya los 50, pero sigue cultivando la imagen que lo señala como el más afrancesado de los escritores ingleses. La prueba está en su último libro, Al otro lado del canal (Anagrama), un conjunto de narraciones que, según él, "son como una antología sobre las difíciles relaciones de amor-odio que hay entré Gran Bretaña y Francia". Barnes, por primera vez, se aventura en el territorio de los cuentos.

Julian Barnes sigue siendo lo que ha sido siempre: un gentleman salido de las aulas de Oxford con un toque f...

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Julian Barnes, autor de la muy aclamada novela El loro de Flaubert, ha cumplido ya los 50, pero sigue cultivando la imagen que lo señala como el más afrancesado de los escritores ingleses. La prueba está en su último libro, Al otro lado del canal (Anagrama), un conjunto de narraciones que, según él, "son como una antología sobre las difíciles relaciones de amor-odio que hay entré Gran Bretaña y Francia". Barnes, por primera vez, se aventura en el territorio de los cuentos.

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Julian Barnes sigue siendo lo que ha sido siempre: un gentleman salido de las aulas de Oxford con un toque francés de distinción. Habla un inglés de locutor de la BBC, luce una elegancia innata, se confiesa experto en vinos franceses, se ríe con contención cuando llega el momento adecuado y exhibe un humor genuinamente británico. Esta tarde, en el Instituto Británico de Barcelona, presenta su último libro: Al otro lado del canal.

"Antes tenía la convicción de que mis ideas literarias sólo podían plasmarse en novelas", explica. "Sin embargo, un día descubrí que me venían a la cabeza ideas que se resolvían en una veintena de páginas. Entonces empecé a escribir cuentos y descubrí que son más difíciles que las novelas".

En Al otro lado del canal, Barnes ha reunido 10 cuentos que abarcan un periodo de 400 años, desde finales del siglo XVII hasta el inicio del XXI. En ellos ha querido explorar los distintos motivos por los que los ingleses viajan a Francia: la guerra, la construcción de un ferrocarril, el Tour... y, por supuesto, el sexo.

"Mi amor por Francia me viene de niño, ya que mis dos padres eran profesores de francés", dice. "De todos modos, creo que a los británicos siempre nos ha obsesionado Francia, ya que representa para nosotros el inicio de la diferencia, de lo exótico. Es curioso, a los ingleses nos obsesiona Francia, mientras que a los franceses sólo les intriga Inglaterra".

Resulta divertido que a Barnes se le etiquete en Inglaterra como el más francés de los escritores británicos, mientras que en Francia les encanta porque lo encuentran "muy inglés", a pesar de que él proclama que prefiere Voltaire al doctor Johnson y Flaubert a Dickens. "Flaubert es el epítome del escritor para escritores, es el santo y el inártir", dice, casi suspirando, "pero que quede claro que yo no pretendo escribir como él, ya que sería algo estúpido a finales del siglo XX".

Barnes exhibe en todo momento la fe del converso ante los cuentos. Después de escribir siete novelas, ahora proclama que "no existe la novela perfecta, pero sí el poema perfecto y probablemente el cuento, ya que es algo que se sitúa entre los otros dos géneros". ¿Ejemplos? El primero que le viene a la cabeza es Flaubert, por supuesto (Un coeur simple), y añade después a Edith Wharton y Antón Chéjov.

"Cuando escribes una novela te perdonas muchas cosas", dice. "Piensas que si hay dos o tres páginas que no te salen bien no pasa nada. En un cuento, en cambio, es imposible, ya que te lo juegas todo en poco espacio. Por otra parte, cuando llevas dos terceras partes de una novela ya sabes lo que pasará, mientras que si has escrito seis cuentos de un volumen de 10 te quedan todavía cuatro posibilidades de volverte a equivocar".

Admite Barnes que en los cuentos de Al otro lado del canal ha sido más convencional que en sus novelas. "En cierto modo", se justifica, "porque estoy aprendiendo a escribir cuentos, pero también porque las novelas son más elásticas y te permiten desviarte hacia otras direcciones".

Para terminar, sin embargo, revela Barnes que cuando llevaba escritos tres cuentos de Al otro lado del canal pensó que tenía que concebir el libro como un todo. "Fue cuando empecé a pensar que tenía que planear muy bien los cuentos que faltaban", comenta, "y tengo que decir que el capítulo final está planificado para englobar todo el libro". Y refiriéndose a otro de sus libros, La historia del mundo en diez capítulos y medio, puntualiza: "Mientras que aquél era como una novela que se extralimitaba, éste es un volumen de cuentos que se va cohesionando a medida que avanza".

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