Vicálvaro Rock se apaga

Los dueños de los bares de copas evitan conflictos y cierran a la hora legal

¿A qué hora cierran?", preguntaba el sábado por la noche un cliente al portero de O'Clock, un bar de copas de la calle del Socorro (Vicálvaro). El empleado miró el reloj. Faltaban 10 minutos para las dos y media de la madrugada, hora fijada por. la Delegación de Gobierno para que la treintena de locales nocturnos que componen el circuito conocido como Vicálvaro Rock echen el cierre. Muy resuelto, y olvidando por completo el texto de la ley, el portero respondió: "Oficialmente cerramos a las tres, pero extraoficialmente, cuando el jefe quiere". Dentro de la sala, unas 20 personas apuraba...

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¿A qué hora cierran?", preguntaba el sábado por la noche un cliente al portero de O'Clock, un bar de copas de la calle del Socorro (Vicálvaro). El empleado miró el reloj. Faltaban 10 minutos para las dos y media de la madrugada, hora fijada por. la Delegación de Gobierno para que la treintena de locales nocturnos que componen el circuito conocido como Vicálvaro Rock echen el cierre. Muy resuelto, y olvidando por completo el texto de la ley, el portero respondió: "Oficialmente cerramos a las tres, pero extraoficialmente, cuando el jefe quiere". Dentro de la sala, unas 20 personas apuraban tranquilamente su consumición.Fuera, en la plaza del antiguo Ayuntamiento, varios coches de la Policía Municipal permanecían en guardia. Con una puntualidad británica y a la hora pactada, los agentes se apostaron en el cruce de la avenida Real con la calle del Socorro. Desde allí controlaban los movimientos de los clientes, que en silencio y sin rechistar abandonaban los locales. Mientras, hosteleros y empleados apagaban las luces y bajaban la malla de metal.

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En apenas 10 minutos, la zona de copas quedó a oscuras y en silencio. Los focos de neón y la música, incluidos los del bar O'Clock (aquél donde el portero decía que cerraban a las tres), cayeron de golpe. En la calle, los chavales hacían planes: unos enfilaban el camino de sus casas. Otros quedaban para seguir la juerga del sábado noche en los bares del centro de la ciudad, donde las normas de cierre de los locales se aplican con manga más ancha que en Vicálvaro.

La rigidez con la que la concejal de Vicálvaro Carmen Torralba (PP) pretende que se cumplan los horarios -de lunes a jueves, a las 2.00, y los fines de semana, a las 2.30- hizo saltar hace dos fines de semana a los hosteleros y clientes del barrio. En la madrugada del día 2, alrededor de 300 personas se concentraron, por segundo sábado consecutivo, en la plaza del antiguo Consistorio, para protestar por el estricto cumplimiento de esta normativa. La concentración, en un principio pacífica, acabó en carga policial: seis detenidos y dos heridos.

El pasado domingo, y todavía con la resaca de la refriega, los hosteleros anunciaban para este fin de semana una nueva protesta. "Nos volveremos a concentrar. Sólo pedimos que el Ayuntamiento nos deje media hora de cortesía y no sea tan estricto, porque si te demoras cinco minutos enseguida recibes la visita de la policía y una multa de 50.000 pesetas", explicaba Trifón Jorge, propietario del bar Águila Rock, que este fin de semana bajó el cierre 10 minutos antes de la hora fijada.

Y es que los hosteleros de Vicálvaro, ante la rotundidad de la concejal, que reiteró esta semana que "la ley está para cumplirla", dieron marcha atrás. En la puerta de algunos locales pegaron carteles con la siguiente advertencia: "Teniendo en cuenta que nuestro único propósito es divertirnos sana y pacíficamente, recomendamos y aconsejamos, para evitar nuevos incidentes, que no se vuelvan a repetir las concentraciones pacíficas que hemos venido realizando".

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El consejo termina con una súplica: "Como demostración de nuestro carácter pacífico y civilizado, y en aras de un buen entendimiento, os rogamos que al cierre de los locales cada cual abandone la zona sin ocasionar incidentes". Ante esta invitación y el cerco policial, los chavales abandonaron Vicálvaro Rock sin rechistar.

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