José Luis Pardo publica un ensayo sobre 'La intimidad'

Cuando, en una sociedad como la actual, sociólogos, psicólogos, eticólogos, juristas y periodistas, por señalar unos pocos, marean la perdiz dando vueltas en torno a qué sea eso de la intimidad cuando se está hablando de prívacidad, que son dos cosas distintas, un filósofo, José Luis Pardo, echa su cuarto a espadas con un texto que se titula, sin más, La intimidad (editorial Pre-Textos). Y lo hace desde la casilla de la estética, "considerando que la estética no es otra cosa que la filosofía de la sensibilidad".Concede que en tiempos de confusión y de imprecisiones acaso s...

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Cuando, en una sociedad como la actual, sociólogos, psicólogos, eticólogos, juristas y periodistas, por señalar unos pocos, marean la perdiz dando vueltas en torno a qué sea eso de la intimidad cuando se está hablando de prívacidad, que son dos cosas distintas, un filósofo, José Luis Pardo, echa su cuarto a espadas con un texto que se titula, sin más, La intimidad (editorial Pre-Textos). Y lo hace desde la casilla de la estética, "considerando que la estética no es otra cosa que la filosofía de la sensibilidad".Concede que en tiempos de confusión y de imprecisiones acaso sea algo excesivo titular así un ensayo, "y lo es porque mi intención no es hacer doctrina, sino una investigación de carácter filosófico sobre la intimidad bordeando ese terreno en que la filosofía tiene que ver con la literatura, con las artes". Y de todo echa mano Pardo para reflexionar: de una cita de Ortega, de un filme de John Huston o de un programa de televisión. "La televisión es un indicador muy fuerte de coyuntura, una especie de suma de cuál sea la coyuntura cultura de una sociedad, y además de la televisión buscamos la compañía, de los otros".

Pornografías

Con este ensayo, Pardo ha intentado "hacer una especie de informe de coyuntura del estado de la vida civil", partiendo de una doble constatación, las dos caras de la misma moneda: una sobreabundancia de intimidad, lo que llama "inundación de obscenidad, que va desde la pornografía sentimental y la explotación. comercial de los secretos de familia hasta la pornografía política de los fondos reservados y los secretos de Estado", y "una carencia lacerante de intimidad que se experimenta en la vida cotidiana". Para Pardo, asistimos "a una especie de patología de la privacidad". Y vuelve los ojos a la televisión, a ese desbordamiento de intimidad colectiva que son tantos programas de confesiones y alardes de proezas o miserias cotidianas. "Más que de un desbordamiento de intimidad colectiva, hablaría de una muestra de la carencia de intimidad y. de la necesidad de intimidad que existe socialmente. Pero por esa vía no se obtiene más que una intimidad ya, en sí misma trivializada, convertida en una privacidad que nunca es satisfactoria". Por esa vía, pues, no se consigue ningún tipo de intimidad, ni por parte del que confiesa sus miserias ni del que las escucha. "Sólo lleva a la frustración colectiva. La intimidad es una cosa que hay que construir con mucho cuidado, con mucho arte". Aunque Pardo no se atreve a pronunciarse sobre el umbral de obscenidad que soporta cada sociedad, hoy o en tiempos de los romanos, sí. cree que este umbral hoy es grande y que, en el fondo, "la gente vende sus miserias privadas esperando obtener a cambio intimidad; este espectáculo es prueba de la miseria de la vida cotidiana".

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