Viaje a la historia exiliada del arte español

Una muestra reúne en Madrid 67 'joyas' rescatadas del extranjero por coleccionistas privados

Los 67 cuadros que cuelgan desde ayer y hasta el 13 de abril en la Real Academia de San Fernando de Madrid (calle Alcalá, 13) fueron pintados entre el siglo XV y el XVIII por 38 artistas. Célebres, como Zurbarán, Ribera, Valdés Leal, Velázquez o Murillo; o semianónimos, como Antonio Ponce, Francisco Barrera o Juan Espinosa. La mayoría, explica el comisario de la muestra, Alfonso Pérez Sánchez, trata temas religiosos; la tercera parte son bodegones. Hay 5 o 6 que "podrían presidir el Prado", según el ex director del museo, y un buen número de "descubrimientos". Pero lo que une a las 67 obra...

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Los 67 cuadros que cuelgan desde ayer y hasta el 13 de abril en la Real Academia de San Fernando de Madrid (calle Alcalá, 13) fueron pintados entre el siglo XV y el XVIII por 38 artistas. Célebres, como Zurbarán, Ribera, Valdés Leal, Velázquez o Murillo; o semianónimos, como Antonio Ponce, Francisco Barrera o Juan Espinosa. La mayoría, explica el comisario de la muestra, Alfonso Pérez Sánchez, trata temas religiosos; la tercera parte son bodegones. Hay 5 o 6 que "podrían presidir el Prado", según el ex director del museo, y un buen número de "descubrimientos". Pero lo que une a las 67 obras es su peripecia: salieron de España, vivieron fuera, y regresaron del exilio en los últimos 30 años.Cuenta Alfonso Pérez Sánchez que muchos de estos cuadros atravesaron los Pirineos escoltados por la furia invasora de las tropas napoleónicas; que otros tantos fueron vendidos por nobles y / o curas en tiempos de la desamortización de Mendizábal; que la excepcional Familia de la Virgen, de Zurbarán, tuvo una vida perra, viajando de incógnito hasta América bajo los faldones de un obispo y acabando sus días en el arruinado palacio florentino de los Contini Bonacossi. Y dice que a lo largo de todo el XIX, pero también en el XX, Ias increíbles mezquindades y negligencias permitieron que la sangría, continuara imparable".

Juan Antonio Gaya Nuño fue el más riguroso guardián de todas estas obras exiliadas, y fue, dice Pérez Sánchez, un "historiador del arte brillante y minucioso". En su libro de 1958 Pintura española fuera de España, Gaya catalogó 3.150 obras en todo el mundo, entre museos y colecciones privadas y públicas; en otro posterior, de 1964, Pintura europea perdida en España, completó el censo de maestros no españoles y contabilizó 334. "Gaya se planteó, y logró, escribir una síntesis, aún vigente, de la historia del arte español a través de esas obras perdidas". Y la síntesis de esa síntesis es Pintura española recuperada por el coleccionismo privado, la exposición organizada por la Fundación Focus que se ha visto en Sevilla entre diciembre y febrero y que fue in augurada ayer en Madrid por la infanta Cristina.

Unos por su fama, otros por lo contrario, los 38 artistas incluidos en la muestra "representan las más importantes corrientes pictóricas del arte español, desde el primitivismo medieval valenciano, el gótico internacional, el barroco sevillano y madrileño...", afirma el comisario.

El viaje se abre lleno de color e ingenuidad. Son las tablas "de delicado sentido narrativo" de los primitivos del siglo XV: Juan Mates (1391-1431), el Maestro de Torralba, Jacomart (1473-1561) ... Siguen tres tablas de Juan de la Abadía, llenas de oro y, candidez, y la obra de mayor formato de la exposición, una última cena de 2,66 por 2,83 metros que firma el Maestro Perea. Luego, Diego de la Cruz, antes de dos berruguetes espléndidos, híperrealistas, tan coloristas como la alucinante y leonardesca tabla de Fernándo Yáñez de la Almedina, El Salvador y los apóstoles Pedro y Juan que, según Pérez Sánchez, es la "joya" de la exposición, "aunque la más exquisita es el minúsculo Descendimiento de la cruz, de Pedro de Campaña".

Faltan Goya, y El Greco, pero ahí está El olfato, cuadro de José de Ribera perteneciente a la serie de los Sentidos y pintada en Roma, "ejemplo soberbio de su primera juventud". O su San Simeón con el Niño Jesús, "obra de madurez y enfermedad". Y dos zurbaranes "espectaculares", el Conde Duque de Olivares de un Velázquez "recién llegado a Madrid". Pero también el Niño riendo de Murillo, y el único ejemplo de Antonio del Castillo, un San Juan Bautista guaperas y modernísimo... "Son magníficos ejemplos de lienzos recuperados, cualquiera de ellos podría presidir el Prado", dice Pérez Sánchez.

La exposición, concluye el comisario, "es la contrapartida al pesimismo de Gaya", y "un homenaje a esos coleccionistas capaces de redescubrir piezas y autores en galerías y subastas. Gente que, lejos del misterio y el ocultismo, prefieren gozar de su arte y hacer gozar a los demás con él". Entre ellos, muchos nombres ocultos, pero alguno muy conocido: Plácido Arango, Juan Abelló, José Luis Várez Fisa, la familia Masaveu...

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