Truculencias
La ucraniana Kira Muratova es una cineasta magnífica, pero le gusta contar cosas tan truculentas que nos descerebra. Sus Tres historias son tres barbaridades de cuidado. En la primera unos homosexuales harapientos y muertos de hambre debaten si se comen el cadáver de una muchacha degollada que han encontrado. En la segunda, una. enfermera estrangula porque sí a una guapa clienta y luego ahoga a su mamá. Y, para rizar el rizo, en la tercera una niña de Cuatro años se lo monta gloriosamente asesinando entre carcajadas con matarratas a su abuelo inválido. Y aviso para navegantes y semióti...
La ucraniana Kira Muratova es una cineasta magnífica, pero le gusta contar cosas tan truculentas que nos descerebra. Sus Tres historias son tres barbaridades de cuidado. En la primera unos homosexuales harapientos y muertos de hambre debaten si se comen el cadáver de una muchacha degollada que han encontrado. En la segunda, una. enfermera estrangula porque sí a una guapa clienta y luego ahoga a su mamá. Y, para rizar el rizo, en la tercera una niña de Cuatro años se lo monta gloriosamente asesinando entre carcajadas con matarratas a su abuelo inválido. Y aviso para navegantes y semióticos: tanto a estas asesinas como a los killer británicos del filme de ayer, Twin Town, les encanta (el año que viene, si la progresión sigue su curso, irán a más y defecarán) mear antes de matar. Si la oreja, cortada de Blue Velvet dio de sí para tratados de semiología fílmica, imaginemos las posibilidades que ofrecen estos nuevos cortes de digestión.