FESTIVAL DE CANARIAS

El gran bajo Burchaladze

Tras la Filarmónica de Las Palmas, la Sinfónica de Tenerife, que gobierna Víctor Pablo Pérez, puso muy alto el pabellón sinfónico de las islas. Colaboró el bajo Paada Burchaladze (Tblissi, 1955), una voz hermosa que inunda la sala y también un músico que conoce cada estilo y cada autor.Los Cantos y danzas de la muerte, sobre poemas de Golenischtcheff-Kutuzof, datan de 1875-1877, es decir, son inmediatamente posteriores a Boris Godunov y participan de análogo temple dramático y no menor originalidad, pues Moussorgski, como señaló Chaikovski, hablaba un nuevo lenguaje. Escuchamos l...

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Tras la Filarmónica de Las Palmas, la Sinfónica de Tenerife, que gobierna Víctor Pablo Pérez, puso muy alto el pabellón sinfónico de las islas. Colaboró el bajo Paada Burchaladze (Tblissi, 1955), una voz hermosa que inunda la sala y también un músico que conoce cada estilo y cada autor.Los Cantos y danzas de la muerte, sobre poemas de Golenischtcheff-Kutuzof, datan de 1875-1877, es decir, son inmediatamente posteriores a Boris Godunov y participan de análogo temple dramático y no menor originalidad, pues Moussorgski, como señaló Chaikovski, hablaba un nuevo lenguaje. Escuchamos las canciones según la orquestación de Shostakovich, que quizá densifica demasiado un acompañamiento originalmente pensado para el piano. La potencia, la expresión desgarrada y los tintes oscuros, incluso en la Nana con la muerte junto al niño y, no digamos, en la impetuosa, nocturnal y guerrera Muerte del mariscal, constituyen algo fuertemente convulsivo. Más lo fueron en una versión tan honda y espectacular como la de Burchaladze.

Al éxito de las canciones siguió el de la Sinfonía número 10, de Shostakovich, escrita en 1953 y una de las más apesadumbradas, introvertidas y oscuras de su autor. Desde siempre, huyo de las interpretaciones políticas en la música, incluido un caso conflictivo como es el del maestro soviético, y ello por una razón principal: la música en su abstracción permite tantas significaciones como quieran dársele, y así esta prolongada meditación, con el toque rústico del scherzo, no transparenta otra cosa sino un estado de ánimo, una serie de temperamentos y unas pasiones que por musicales pertenecen en su pensamiento y en su lenguaje a un orden de cosas distinto al literario. En el último tiempo la sinfonía se abre a la luz, el estatismo da paso a una exteriorización viva y lúcida. Todos los procesos de la obra quedaron clarificados por Víctor Pablo y la Sinfónica de Tenerife desde un criterio austero que se aparta un tanto de la frecuente versión ofrecida por los directores rusos. A mi parecer, la visión del español beneficia la partitura al ennoblecerla y elevarla de la tierra.

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