EL FUTURO DE EUROPA

¿Quién gana?

El Consejo Europeo festejó e Pacto de Estabilidad para después de la moneda única alcanzado el viernes. El informe del Ecofin sobre el pacto y todas las otras grandes normas que regularán la era del euro es "excelente", rezan las conclusiones de ayer, algo infrecuente en esos textos.Para algunos observadores, el acuerdo final sobre el pacto era la victoria de la rigidez exigida por el ministro alemán Theo Waigel -así lo sostuvo la mayoría de la prensa alemana y el Financial Times-; otros veían en el texto su derrota y una victoria de la flexibilidad, y un nutrido grupo -entre ellos...

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El Consejo Europeo festejó e Pacto de Estabilidad para después de la moneda única alcanzado el viernes. El informe del Ecofin sobre el pacto y todas las otras grandes normas que regularán la era del euro es "excelente", rezan las conclusiones de ayer, algo infrecuente en esos textos.Para algunos observadores, el acuerdo final sobre el pacto era la victoria de la rigidez exigida por el ministro alemán Theo Waigel -así lo sostuvo la mayoría de la prensa alemana y el Financial Times-; otros veían en el texto su derrota y una victoria de la flexibilidad, y un nutrido grupo -entre ellos The Independent o el económico italiano Il Sole 24 ore- se apuntaban a la tesis de la solución salomónica (ver EL PAIS de ayer). Los mercados de divisas pusieron el viernes el contrapunto al optimismo de Waigel tras alcanzar el pacto: el marco flexionó a la baja y la libra y el franco lo hicieron al alza. Pero quizá habrá que esperar al lunes para calibrar tendencias consolidadas.

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El acuerdo sobre las "circunstancias excepcionales" que pueden eximir de las sanciones a los países ultradeficitarios es rigorista. Pero al tiempo se mantiene la flexibilidad, porque la escapatoria no se limita a una recesión del 2%, sino que es fácilmente ampliable a una caída del PIB del 0,75% e incluso a un estancamiento entre el 0% y el 0,75%.

Waigel fue hace quince meses el arquitecto del pacto, pero los aparejadores han suavizado las líneas de sus planos. De casi todo lo que el bávaro quería, cosecha bastante, aunque rebajado. Las multas son enormes (el 0,2% del PIB por cada punto de déficit excesivo), pero inferiores a las que pretendía (0,25%). Más decisivo: tienen, contra su propuesta, un tope, el 0,5% del PIB, que equivale, a cantidades astronómicas (400.000 millones de pesetas en la hipótesis de que España incumpliera), pero inferiores al impacto de una reducción del tipo de interés, susurraba José María Aznar. Más importante aún: el procedimiento está muy reglado, pero no es automático, contra la obsesión alemana. Con Salomón todos ganan. O así lo creen o lo aparentan.

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