Tribuna:

La contrarreforma

Almargen de sus problemas jurídico-políticos andan algunos socialistas henchidos como pavos, viendo cómo el sistema de protección social que ellos instalaron durante sus 13 años en el poder, se ha convertido en la bandera de casi todos. Ese pequeño Estado de bienestar ha devenido en patrimonio común aceptado por los ciudadanos comer natural; los sindicatos y la mayoría de los partidos se han puesto a la cabeza de la manifestación y han enarbolado la bandera del "¡No pasarán!" ante las reformas que ellos consideran impracticables.Conviene recordar una vez más que la protección social en España ...

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Almargen de sus problemas jurídico-políticos andan algunos socialistas henchidos como pavos, viendo cómo el sistema de protección social que ellos instalaron durante sus 13 años en el poder, se ha convertido en la bandera de casi todos. Ese pequeño Estado de bienestar ha devenido en patrimonio común aceptado por los ciudadanos comer natural; los sindicatos y la mayoría de los partidos se han puesto a la cabeza de la manifestación y han enarbolado la bandera del "¡No pasarán!" ante las reformas que ellos consideran impracticables.Conviene recordar una vez más que la protección social en España es muy limitada aún, comparada con la de los países con los que aspiramos a converger. A pesar de los avances obtenidos en los últimos años, la presión fiscal y los gastos de protección- social están todavía varios puntos por debajo de la Unión Europea. Los gastos en pensiones, enfermedad y paro representan en España 1.708 ecus por habitante y año, mientras que en Francia son de 4.248 ecus; en Holanda, de 4.337; en Alemania, de 4.616; en Dinamarca, de 5.144 y en el Reino Unido, de 3.224. En porcentajes, España dedica a protección social (educación, pensiones, sanidad y desempleo, fundamentalmente) el 22,5% del PIB; Holanda, el 33%; Francia, el 29,25%; el Reino Unido, el 27,2%, y Alemania, el 25,21%. A ello habría que añadir que el Estado de bienestar de estos países -tiene varias décadas de existencia, con la acumulación de capital y servicios públicos correspondiente, mientras que en España apenas tiene 10 años de vida.

Ello significa que hay márgenes para la reforma, pero que los límites a la misma son superiores en nuestro país que en la mayor parte de la Unión Europea. Si Francia, Alemania o Suecia pretenden reducir el tamaño de su providencia, España no puede hacerlo al mismo ritmo, so pena de aumentar la divergencia real. Por ello, objetivamente, la posición del Partido Popular frente a los Presupuestos de 1997 es más difícil. Esos presupuestos significarán el verdadero examen de la política económica de los conservadores ante los mercados, pero se puede producir una contradicción muy difícil de resolver entre el ajuste que exigen esos mercados y los límites. a las reforma

que quieren tolerar los ciudadanos.A ello hay que unir la ducha escocesa que muchos de los responsables políticos del PP están aplicando a la opinión pública en forma de globos sonda que un día aparecen y al siguiente son desautorizados, en forma de tasas, tickets, impuestos, cánones, privatizaciones, etcétera. Con ellos no solamente desmoralizan a los ciudadanos, sino que rompen las expectativas que los sectores productivos implicados hacen para programar su futuro. José María Aznar pedía razonablemente desde México, el pasado viernes, que la oposición no hiciese demagogia con el gasto sanitario. De acuerdo, pero, ¿no nos merecemos que, al mismo tiempo y en un rasgo de humildad, nos diga "nos equivocamos cuando nosotros hicimos esa misma demagogia con el medicamentazo durante la larguísima campaña preelectoral"?

Asistimos a multitud de contradicciones y de promesas electorales incumplidas. Al apagón político de los últimos días (proyectos de ley de secretos oficiales, ley del menor, intentos de agigantamiento de una televisión pública hasta ayer en fase de privatización, amiguismo en la ocupación del poder ... ) se le une una contrarreforma económica que nadie aclara. Las dificultades tradicionales del PP para pasar de las grandes declaraciones de principios obvios a una práctica política coherente, se agigantan conforme pasan los días.

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