Crítica:TEATRO

Queridos sinvergüenzas

¡Qué país de sinvergüenzas! Mentirosos, traidores, fabuladores, navajeros, ladrones... Esta pequeña furia que produce el brote de un pensamiento de lo sabido pero incesante, no sale de la lectura de los últimos -hasta nueva orden- episodios de nuestros años caducos, sino de la visita al centro cultural de Galileo, en cuyo patio se representan unas follas (con perdón: diversión teatral compuesta de varios pasos de comedia inconexos; quizá de folia, o follía, locura: o danza. Follar, ay, es soplar con el fuelle, de donde ... ) de buenos autores: Quevedo, Quiñones, Calderón.Qué gente, qué esquizo...

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¡Qué país de sinvergüenzas! Mentirosos, traidores, fabuladores, navajeros, ladrones... Esta pequeña furia que produce el brote de un pensamiento de lo sabido pero incesante, no sale de la lectura de los últimos -hasta nueva orden- episodios de nuestros años caducos, sino de la visita al centro cultural de Galileo, en cuyo patio se representan unas follas (con perdón: diversión teatral compuesta de varios pasos de comedia inconexos; quizá de folia, o follía, locura: o danza. Follar, ay, es soplar con el fuelle, de donde ... ) de buenos autores: Quevedo, Quiñones, Calderón.Qué gente, qué esquizofrenia: por un lado componían obras morales y religiosas, conformistas, obras de exaltación real y del santísimo sacramento; por otra, esas comedias de enredos, esos lances de una sociedad que saca la espada por una palabra y se ayuda de esbirros por cualquier cosa; embozados, mujeres traidoras, locura de follar (Meter, kilar, copular, Ramoncín; kilar viene de kilate, aparato genital masculino: de quilate, medida de peso de metales y piedras preciosas), traiciones, robos, hurtos: sinvergüenzas. ¡Qué siglo de oro! Como estos grandes, cuando no geniales escritores -el gran genio: Quevedo-, la sociedad era así, desde el palacio a la que pesca en ruin barca: y estos entremeses lo describen. Especialmente a las mujeres, sus antiguas enemigas. ¡Las tramposas! Todo ello, claro, venía del exceso de represiones de todo orden -sobre todo, en materia de fuelle- y de la necesidad de transgredir.

Mujeres y casamientos

Folla real de entremeses, canciones y bailes de Quevedo, Calderón y Quiñones de Benavente.Intérpretes: Luis Lázaro, Alfredo Cembrero, Carmen del Valle, J.M. Martín Peinado, Manuel Navarro, Arantxa Aranguren, María Graciani, Carlos Piñeiro, Chusa Barbero. Músicos: Luis Muñoz, Pedro Aizpiri. Dramaturgia y Dirección, Fernando Rojas. Teatro del Arte, en los Veranos de la Villa. 11 de julio de 1996.

Jayanes e invertidos

Los ha mezclado, los ha acentuado, emparejado, ilustrado con bailes y músicas Fernando Rojas, que desde hace tiempo se dedica, no sin gracia, a este tipo de teatro clásico. Ha emparejado también una compañía que sabe hablar, que vocaliza y es comprensible, lo cual parecería el menester obligado de una banda de cómicos, pero no es tan frecuente. Jayanes y mujeres, y la dueña y las entremetidas y los pretendientes y los celosos; el matón, el italiano, los que invierten -ellos y ellas- sus papeles (los mariones: marión, aumentativo de María: maricón; especialmente tomador, pasivo, en el Corominas-Pascual). Quizá para los especialistas del siglo de oro habrá todas las traiciones del mundo. Ahora explica Francisco Rico que no hay que creer en lo impreso: los tipógrafos añadían o quitaban, según sus necesidades de composición. Y en los teatros se cambiaba todo; y los memoriones copiaban mal, y los cómicos metían morcillas. ¿Por qué Fernando Rojas, que tiene ya un nombre predestinado al viejo teatro, no iba a hacerlo?

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