Una biblioteca de Mataró se convierte en minicentral eléctrica

Nadie, o casi nadie, cree en ellas, pero lo cierto es que las células fotovoltaicas, placas de silicio dotadas de dispositivos electrónicos, están ya preparadas para generar electricidad y suministrar cantidades equivalentes a las que pueda necesitar un edificio de tamaño medio. La biblioteca Pompeu Fabra de Mataró (Barcelona), que se inaugura el próximo verano, las incorpora en su tejado y su fachada. Ocho campos fotovoltaicos de potencia generarán 80 megavatios a la hora por año, cantidad más que suficiente para satisfacer sus necesidades. La energía generada, con un rendimiento total de...

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Nadie, o casi nadie, cree en ellas, pero lo cierto es que las células fotovoltaicas, placas de silicio dotadas de dispositivos electrónicos, están ya preparadas para generar electricidad y suministrar cantidades equivalentes a las que pueda necesitar un edificio de tamaño medio. La biblioteca Pompeu Fabra de Mataró (Barcelona), que se inaugura el próximo verano, las incorpora en su tejado y su fachada. Ocho campos fotovoltaicos de potencia generarán 80 megavatios a la hora por año, cantidad más que suficiente para satisfacer sus necesidades. La energía generada, con un rendimiento total de un 10%, se suministra a la red eléctrica, con lo que la biblioteca pasa a ser una minicentral productora y, por tanto, un proveedor más de las grandes compañías. La conexión a la red, en periodo de pruebas, se efectuó hace unos días.

El proyecto nació en la cabeza de Antonio Lloret, físico, director de investigación en el CNRS francés y reconocido especialista en el ámbito de la optoelectrónica, y el desarrollo de materiales semiconductores. Lloret llevaba tiempo barajando la posibilidad de integrar las células fotovoltaicas en la arquitectura. Gracias a un proyecto europeo en el que participan el laboratorio ZSW de Stuttgart, el Centro de Estudios Nucleares de Cadarache (Francia) y la Universidad de Barcelona, además de la empresa TFM, el físico captó la atención de los responsables del programa energético Joule y consiguió que este organismo designase a la biblioteca como el mayor proyecto que en Europa integra la generación de electricidad con energía solar a un edificio.

"De momento", explica Lloret, "tan sólo hemos puesto la primera piedra". Con ella se pretende poner de manifiesto que "la generación de electricidad no contaminante" es ya posible con unos costes que se acercan cada vez más a los de la energía eléctrica convencional. "La energía generada por las células", asevera, "es en estos momentos entre cuatro y cinco veces más cara que la convencional. En unos años, los precios serán competitivos". Lloret confía en que la producción de kilovatios con cualquiera de las tecnologías empleadas se equipare en diez o quince años, a lo sumo.

Rendimientos

En la biblioteca de Mataró se han utilizado varias opciones tecnológicas. El objetivo es contrastar la eficiencia de cada una de ellas y determinar con exactitud los rendimientos obtenidos. Para ello, se han instalado módulos multifuncionales termofotovoltaicos dispuestos de forma que en el plano exterior captan la radiación solar y la transforman en energía eléctrica, y en el interior, con un simple sistema de doble cámara, aprovechan la radiación térmica para calentar el aire. Con ello se consigue aire caliente, que en invierno se inyecta a un sistema convencional de calefacción y en verano se eyecta al exterior para mantener el edificio refrigerado. La disposición de las células se ha hecho de tal forma que permite la entrada de luz exterior con un índice de transparencia del 15%. Este mismo sistema se utilizará para la producción de agua caliente.

Las células fotovoltaicas están constituidas por diversos tipos de silicio. En el tejado se disponen en cuatro hileras y son de silicio policristalino y monocristalino. Se incluyen, además, células de silicio amorfo semitransparentes realizadas con tecnología de lámina delgada. En la fachada se han instalado placas de células de silicio policristalino de hasta seis metros de altura.

El conjunto de células define ocho campos fotovoltaicos de potencia que generan corriente eléctrica continua de 60 voltios. Ésta se transforma en corriente alterna a 220 voltios a través de unos onduladores especiales. La energía generada, 80 megavatios por hora y año, revierte en la red eléctrica general.

En el proyecto, cuyo coste asciende a unos 100 millones de pesetas, participan la UE, el Ministerio de Industria y Energía, el Instituto Catalán de Energía y la compañía Enher, que recibe la energía generada.

La máxima eficiencia

Las células fotovoltaicas, si bien se acepta que son capaces de transformar parte de la radiación solar en electricidad, han tenido siempre en contra su bajo rendimiento (por debajo del 10%) y su elevado coste. Ello es debido, como señala Lloret, a los escasos recursos económicos que reciben las investigaciones dedicadas a mejorar sus prestaciones y a que la tecnología actual no permite cubrir grandes superficies a no ser que se inviertan cuantiosas sumas de dinero.Lloret desarrolló, en colaboración entre el CNRS y la Universidad de Barcelona, hace un par de años un método con el que es posible obtener silicio microcristalino en lámina delgada a bajas temperaturas, lo que podría permitir, en opinión de este científico, fabricar células fotovoltaicas de gran tamaño a un coste inferior al actual y con rendimientos mucho más altos. Para ello es necesario dotar a la estructura de mayor estabilidad y perfeccionar los dispositivos optoelectrónicos. La aportación tecnológica de Lloret recibió el pasado mes de octubre el premio a la mejor investigación en la Conferencia Europea de Energía Solar Fotovoltaica, celebrada en Niza.

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