25 años de concertista

Quienes hayan visto o vayan a ver a Woody Allen y su banda durante su actual gira europea son doblemente afortunados. Primero, por contemplar un irresistible y peculiar espectáculo de jazz de Nueva Orleans. Segundo, por no tener que hacerlo en el Michaels Pub de Nueva York. A pesar de la mitología que rodea las actuaciones de Woody Allen en ese restaurante -al que acude todos los lunes desde 1971-, hay que advertir que se trata de una experiencia por lo general bastante traumática y a duras penas recomendable. No hay en la ciudad ni una guía dé jazz: que otorgue a ese recinto un mínimo interés...

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Quienes hayan visto o vayan a ver a Woody Allen y su banda durante su actual gira europea son doblemente afortunados. Primero, por contemplar un irresistible y peculiar espectáculo de jazz de Nueva Orleans. Segundo, por no tener que hacerlo en el Michaels Pub de Nueva York. A pesar de la mitología que rodea las actuaciones de Woody Allen en ese restaurante -al que acude todos los lunes desde 1971-, hay que advertir que se trata de una experiencia por lo general bastante traumática y a duras penas recomendable. No hay en la ciudad ni una guía dé jazz: que otorgue a ese recinto un mínimo interés desde el punto de vista musical ni una lista de restaurantes que lo recomiende por su oferta culinaria. El local se encuentra en la calle 55 Este de Manhattan, un barrio casi tan anónimo y carente de identidad como el propio pub.Por tanto, es difícil comprender por qué Woody Allen, acompañado de la New Orleans Funeral and Ragtime Orchestra, sigue siendo tan fiel (relativamente) a los turistas despistados que se dejan caer por este pub, ignorantes quizá de que van a tener que gastarse un mínimo de 5.000 pesetas por un plato de comida de avión servida, en una mesa colectiva de comedor de colegio, por un camarero hastiado de contestar a todo el mundo que no sabe a qué hora va a Regar la estrella.

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EstiIo 'dixieland'

Porque ésa es otra: la, cita es, en principio todos los lunes, pero si a Woody no le apetece, no va. Y no hay reclamación que valga. Si la atracción principal se suspende, la casa no se hace responsable. Cuando Woody Allen aparece, el cliente puede disfrutar de una agradable sesión de viejos éxitos de jazz de Nueva Orleans, al estilo dixieland. También puede uno cerrar los ojos e imaginar que está dentro de una escena de una película de Woody Allen. Pero el camarero de turno se encargará pronto de devolverle a la realidad lanzando la cuenta sobre la mesa.

Hay dos explicaciones de cómo Woody Allen se puso a tocar el clarinete en el Michael's Pub con regularidad, y no son necesariamente excluyentes entre sí. Allen, que empezó tocando el saxo soprano y luego se pasó al clarinete (es autodidacto y no lee partituras mientras toca), llamó la atención del músico dixie Turk Murphy, quien le pidió que tocara en su banda y le recomendó que actuara en público más a menudo. Por otra parte, Woody Allen ha hecho de sus actuaciones una excusa constante para no acudir a los oscars, que siempre tienen lugar en Los Ángeles (California) el último lunes de marzo. Decir que uno no ha podido ir a la ceremonia por tener que tocar en el Michael's Pub es más hiriente que cualquier otra excusa, aunque a la Academia de Hollywood probablemente le trae sin cuidado.

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