Crítica:TEATRO - 'KRAMPACK'

Algo de bisexualidad

Se habla ahora de bisexualidad: hay estudios, análisis, tesis de sociólogos, crónicas de periodistas. Nunca la había visto aún en el teatro: probablemente está dentro de esa corriente esta obra insólita que la trata, además, de una manera despreocupada, sin hacer tesis, ni siquiera demasiado empeño en mostrarla como puede ser que suceda en la realidad. Una realidad minúscula en este espacio social nuestro, que es. el que suele determinar modas o costumbres: un cero algo por ciento.Tres hombres y una mujer, y convendría decir tres tíos y una tía, por respetar no sólo el lenguaje, sino el caráct...

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Se habla ahora de bisexualidad: hay estudios, análisis, tesis de sociólogos, crónicas de periodistas. Nunca la había visto aún en el teatro: probablemente está dentro de esa corriente esta obra insólita que la trata, además, de una manera despreocupada, sin hacer tesis, ni siquiera demasiado empeño en mostrarla como puede ser que suceda en la realidad. Una realidad minúscula en este espacio social nuestro, que es. el que suele determinar modas o costumbres: un cero algo por ciento.Tres hombres y una mujer, y convendría decir tres tíos y una tía, por respetar no sólo el lenguaje, sino el carácter, la manera de ser. Suelta y libre. No quiero decir que sin preocupaciones: las relaciones entre los cuatro (y las soledades de cada uno), e incluso las relaciones sexuales, aparecen también como problemas: pero no como problemas que hagan perder a cada uno de ellos su sentido del humor y la levedad de su vida; mucho menos, al autor, que lo es de frases breves y concretas, de respuestas cómicas, de un cierto cinismo que ni siquiera. lo es, sino una naturalidad grande.Una comedia, de costumbres: ni buenas ni malas, las que se pueden. Se podría ver un punto de acracia, o de libertarismo: pero, como siempre, en forma de aspiración. Nadie deja de observar que hay un mundo de fuera, y que a ese mundo se le obedece. Por lo menos, en lo inevitable. El mismo piso compartido de los cuatro personajes crea su ámbito, su comunidad: las relaciones entre todos son ya una sociedad que tiene sus obligaciones. Los cuatro actores, su autor y su director están, además, haciendo un trabajo serio. Lo hacen bien, incluso muy bien muchas veces. Como la comedia no es plana, sino que aun con la formación de esa minisociedad cada uno tiene sus características, se hace con trabajos individuales; uno podrá elegir aquel que más le puede representar en el escenario, pero sería injusto, sólo por ello, estimar más a un actor que a otro. Supongo que en los aplausos finales cada espectador se identificaría con su sujeto preferido: pero sin duda el éxito es de todos.

Krampack

Krampack, de Jordi Sánchez. Intérpretes: Jordi Sánchez, Lluís X. Villanueva, Joel Joan y Mónica Graenzel. Dirección: Josep María Mestres. Teatro Fígaro. Madrid.

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