Tribuna:

Así que pasen 15 años

Quince anos nos separan del año 2010, fecha fijada por la conferencia de Barcelona para el establecimiento progresivo de una zona de librecambio euromediterránea que cree un espacio común entre todas las orillas. ¿Será compatible ese espacio con la pervivencia de focos de inestabilidad al Sur, de problemas generados por la miseria, de analfabetismo y otras lacras qué no han sabido erradicarse en los últimos decenios? Quince años es un horizonte cercano, quizá suficiente para la materialización de cambios sociales y políticos decisivos en los países de las orillas sur y este del Mediterráneo.Ac...

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Quince anos nos separan del año 2010, fecha fijada por la conferencia de Barcelona para el establecimiento progresivo de una zona de librecambio euromediterránea que cree un espacio común entre todas las orillas. ¿Será compatible ese espacio con la pervivencia de focos de inestabilidad al Sur, de problemas generados por la miseria, de analfabetismo y otras lacras qué no han sabido erradicarse en los últimos decenios? Quince años es un horizonte cercano, quizá suficiente para la materialización de cambios sociales y políticos decisivos en los países de las orillas sur y este del Mediterráneo.Acabamos de salir de una crisis positiva con nuestro vecino Marruecos. Una crisis en la que lo primero que se ha sentido es la necesidad recíproca del otro. No podemos prescindir de los caladeros marroquíes y me pregunto hasta qué punto nuestros productores de tomates y naranjas podrían prescindir de la mano de obra marroquí que trabaja en nuestra agricultura: el dumping social sólo se ve en casa ajena. Se han visto también otras cosas en esta crisis:la débil consistencia de nuestra solidaridad, la capacidad incendiaria de la demagogia corporativista en algunos sectores socioeconómicos españoles o, por parte marroquí, la demagogia nacionalista en la que detrás de la preocupación ecológica por la preservación del fondo marino se oculta una práctica desaprensiva propia.

Pensemos en el Marruecos del 2010. Se habla demasiado de bomba demográfica y hemos llegado a leer que Barcelona no era más que un cheque billonario para evitarla. Se olvida con frecuencia que en el 2010 Marruecos, como sus vecinos, se encontrará con un crecimiento natural del 1,3% anual y con índice de fecundidad de 2,3 hijos por mujer (similar al de Europa en los años de 1.965-1970), siguiendo la tendencia al descenso registrada entre 1960 y 1994 de 7,2 a 3,9.

SÍ ciertas transformaciones sociales en Marruecos son palpables, el reto más grave se encuentra en lo económico. El diagnóstico efectuado. en un informe redactado por los cinco ministros más influyentes del Gobierno Filali, el Libro Blanco del G-5 -filtrado a la prensa en septiembre pasado- calificaba la situación actual de crítica y contemplaba el horizonte del año 2002 con inquietud a menos que se fuese capaz de impulsar una dinámica que atrajese la inversión hasta alcanzar un 27% del PIB, que situase el crecimiento en un 6,6% y lograse disminuir el paro por debajo del 20%.

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El. problema es que tales cambios no son posibles sin un compromiso ciudadano que el actual equipo gobernante no es capaz de lograr. De eso es consciente hasta el propio monarca que preconiza desde hace más de un año la alternancia sin atreverse sin embargo a pactar con la oposición el marco imprescindible de democratización para que dicha alternancia no se convierta en un regalo sin contenido.

Marruecos ha dado pasos importantes desde la reforma constitucional de 1992 en lo que a respeto de los derechos humanos y al establecimiento de un Estado de derecho se refiere.¿No es así al menos la destrucción del espacio de tortura que fue Tazmamart, la amnistía a presos y exiliados políticos que liberó a más de 400 personas, la reforma de ciertas leyes mantenidas desde la época colonial que dejaban a la arbitrariedad de la Administración el control y la detención de los ciudadanos? Hoy los espacios de libertad conquistados por la sociedad civil son, felizmente, más amplios, pero están lejos de haber alcanzado las cotas necesarias para que podamos hablar de Estado de derecho. La sociedad marroquí sigue estando estrechamente vigilada y tutelada. Buena prueba de ello dieron las elecciones legislativas indirectas de 1993 en las que la intervención grosera de la Administración para asegurarse una mayoría oficialista provocó el exilio voluntario de uno de los principales líderes del país, el socialista Abderrahman Yussufi.

Por otra parte, el reciente informe del Banco Mundial acerca de la educación en Marruecos advierte de algunos de los males endémicos que favorecen la fragilidad de la situación. Se trata del país con menores logros cualitativos y cuantitativos en el campo educativo pese a las inversiones realizadas desde hace largos años. Marruecos presenta los índices de analfabetismo y escolarización más bajos de su entorno, por debajo incluso de países situados en niveles muy inferiores de desarrollo. En este sentido se advierte también del deterioro profundo de la enseñanza secundaria y universitaria y sus consecuencias negativas en el proceso de apertura económica en curso.

La transición política que vive el país no da nunca el paso para alcanzar un punto de no retorno, en el que los logros alcanzados no se acompañen de retrocesos de importancia. La transición inmóvil de los ochenta ha dado lugar en la actual década a una transición en dosis homeopáticas. Los cambios constitucionales de 1992 se vieron cortos y la provisionalidad del texto se mostró en la necesidad de recurrir al referéndum de septiembre de 1995 para poner en marcha nuevas formulaciones que anuncien a su vez otros cambios de mayor envergadura que deberán efectuarse en 1996 para poder permitir que el Parlamento sea enteramente elegido por sufragio directo. Pero los síntomas de deterioro de la situación económica no parecen atenuarse con la terapia política aplicada. Falta coraje para asumir ciertas realidades. Se prohíbe Jeune Afrique porque denuncia la falta de "copiloto" hoy en Marruecos. La cuestión del Sáhara sigue sin lograr los compromisos necesarios, y el tabú en torno a ese tema propiciado por el obligatorio consenso de las fuerzas políticas es origen de contradicciones como la de seguir manteniendo la prohibición de retorno al país de Abraham Serfaty, acérrimo defensor de la autodeterminación de los pueblos, excarcelado y expulsado en 1991 tras 17 años de cárcel. Uno de los pocos exiliados marroquíes que quedan, pese a que un comité de la Organización Marroquí de Derechos del Hombre clama por su vuelta desde hace casi un año. Pero por crítica que sea, Marruecos no puede permitirse prescindir de, ninguna energía en la situación actual, en la que deben aunarse todos los esfuerzos para evitar la amenaza de apocalipsis para el año 2002 sobre la que alertaba el Libro Blanco del G-5.

Se anuncia para el año que entra un pulso inteligente entre "los dos polos de iniciativa política" en Marruecos, según expresión de Simón Levy en un crítico artíctilo de Al-Bayane: el polo monárquico de un lado y la oposición democrática, de Kutla, de otro. Sin abusar de comparaciones, los mismos polos que hace 40 años hicieron la independencia pero no supieron entenderse para lograr un desarrollo, eficaz.

-Hoy, como entonces, el primero aporta la experiencia del Estado y el otro el anhelo popular. Si para la alternancia el primero recurre al segundo es por la convicción de que sin el concurso de los partidos históricos y de los sindicatos no será posible sacar al país de la crisis. No es la primera vez en estos 40 años que se comprende este hecho. Pero ni en 1958, cuando se llama al Gobierno a Abdallah Ibrahim, ni en 1974, cuando se procura un consenso nacional en torno a la recuperación del Sáhara, ni en 1994, cuando se ofrecía la alternancia, se han hecho las concesiones necesarias para garantizar a la oposición el ejercicio de un poder responsable y libre. Si en esta ocasión y tras las elecciones anticipadas que se anuncian para 1996 no se va más lejos, Marruecos no estará preparado para afrontar en el 2010 ese espacio euromediterráneo.

Bernabé López García es profesor de Historia del Islam Contemporáneo en la Universidad Autónoma de Madrid y coordinador del Atlas de la inmigración magrebí en España, de inminente publicación.

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