Julio Llamazares y Felipe Vega retratan la pérdida de memoria hiostórica de los españoles

El escritor Julio Llamazares y el director de cine Felipe Vega comparten un o espíritu,que han retratado en El techo del mundo, un filme sobre la pérdida de memoria histórica que hace, que un país de emigrantes como España se convierta ahora en pésimo receptor de inmigrantes. Rodada en Ginebra y en el campo de León y protagonizada por Santiago Ramos y Mulie Jarju, El techo del mundo se estrena el próximo día 29.

Fue la rareza y lo insólito del proyecto lo que hizo que el escritor leonés Julio Llamazares dejara su escepticismo sobre el cine español a un lado y aceptara participar como co...

El escritor Julio Llamazares y el director de cine Felipe Vega comparten un o espíritu,que han retratado en El techo del mundo, un filme sobre la pérdida de memoria histórica que hace, que un país de emigrantes como España se convierta ahora en pésimo receptor de inmigrantes. Rodada en Ginebra y en el campo de León y protagonizada por Santiago Ramos y Mulie Jarju, El techo del mundo se estrena el próximo día 29.

Fue la rareza y lo insólito del proyecto lo que hizo que el escritor leonés Julio Llamazares dejara su escepticismo sobre el cine español a un lado y aceptara participar como coguionista en El techo del mundo. Después de su trabajo en- dos guiónes anteriores, Llamazares es muy reacio al Mundo del cine -"es muy trabajoso"- y sólo la novedad de lo que él considera una tercera vía en el panorama cinematográfico español le llevó a embaucarse en lo que califica de "fábula cómica".Rodada en Ginebra (Suiza) y la provincia de León, narra la historia de un emigrante español en Suiza que consigue después de 20 años la nacionalidad de aquel país. Un accidente transforma su vida y el mundo deja de ser como era antes. Será el paisaje y las montañas de su pueblo natal el que le devolverá poco a poco la memoria. Una, memoria que abarca también el sentido más íntimo de la ideología, la solidaridad y el racismo El director Felipe Vega ha querido impregnar su película con esa preocupación que tiene obre el hecho de que personas presuntarnente de izquierdas, trabajadores solidarios y tolerantes, se conviertan poco a poco en racistas. "En Europa el racismo, se está haciendo peligrosamente familiar y habitual", afirmó ayer Vega, quien reclama que el cine no se esconda sólo en la comercialidad. "Una película puede compartir con el público una preocupación" añadió.