Crítica:CLÁSICA

Vitriólica Marton

El personaje de Electra constituye el eje fundamental de la acción en el drama de Hofmannsthal que da pie a la ópera straussiana interpretada el sábado en el Palau de la Música de Valencia. El paso desde la reflexión didáctica subyacente en la tragedia clásica, en torno al destino impuesto al hombre por la voluntad divina, hasta el análisis de los procesos interiores de la mente que, a través de la voluntad humana de Electra, se materializan en la acción vengadora de Orestes supone un ejercicio intelectual y dramático que Strauss ha concentrado en la música de la protagonista. Desde el undécim...

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El personaje de Electra constituye el eje fundamental de la acción en el drama de Hofmannsthal que da pie a la ópera straussiana interpretada el sábado en el Palau de la Música de Valencia. El paso desde la reflexión didáctica subyacente en la tragedia clásica, en torno al destino impuesto al hombre por la voluntad divina, hasta el análisis de los procesos interiores de la mente que, a través de la voluntad humana de Electra, se materializan en la acción vengadora de Orestes supone un ejercicio intelectual y dramático que Strauss ha concentrado en la música de la protagonista. Desde el undécimo compás de la partitura, en el que Electra se nos manifiesta con su triple dimensión psicológica -odio, recuerdo, soledad-, hasta el frenesí dionisíaco de su danza de ménade iluminada por "la música que viene de su interior", toda la ópera gira alrededor de la mujer completamente abrasada en las propias cenizas de su fijación sexual hacia el padre.Eva Marton traduce el complejo mundo de Electra con la fuerza elemental de la bestia herida que se revuelve con gesto -vocal y escénico- de acentos vítriólicos. No hay en ella asomo de piedad hacia la pútrida Clitemnestra, ni efusión sensual hacia la bella y débil Crisotemis, ni siquiera éxtasis jubiloso ante el pérfido Orestes. Todo en la Marton es fuego, locura, rabia. El acero de su voz y el magnetismo increíble de su cuerpo absorben y condicionan la sensibilidad hasta convertir casi en superfluo cuanto la rodea.,

Elektra

'Elektra', de Richard Strauss. Solistas:Coro y Orquesta de Valencia. Director: Manuel Galduf. Palau de la Música,sala Iturbi. Valencia, 16 dé diciembre de 1995.

Y en verdad que no fue superfluo lo que rodeó a la Marton en el Palau de Valencia el pasado sábado. Desde el magisterio dramático y vocal de Leonie Rysanek, que con esta, Clitelmnestra decía adiós al público español, hasta las jóvenes promesas Ana María Sánchez (Crisotemis) y Richard Bernstein (Orestes), todo fue vibración y énfasis en esta Elektra semiescenificada por Jaime Martorell.

La Orquesta de Valencia y su director, Manuel Galduf, se entregaron a tumba abierta en el concierto que sin duda marca una de las cotas más altas de, la formación y de su titular en las actuaciones de los últimos años. Como el conjunto de voces secundarias, encabezado por el glorioso James King y sazonado por la gracia juvenil de Mentxaca, Pont, Riñón, Valles, Corbacho, Martos, etcétera, funcionó sin fisuras. Podemos decir por tanto que los aplausos y clamores finales del público que abarrotó el Palau estuvieron plenamente justifigados.

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